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Las dificultades de Macron para convencer a Berlin

Conviene no hacerse demasiadas ilusiones sobre la capacidad del joven presidente francés, Emmanuel Macron, para convencer a Berlín de que adopte una política menos egoísta y cicatera hacia sus socios del Sur.

Pecaron seguramente de prematuro optimismo quienes creyeron que las credenciales europeístas del candidato socialdemócrata a la cancillería, el ex presidente del Parlamento europeo, Martin Schulz, iban a facilitar ese entendimiento entre ambos países.

No sabemos lo que habría dado de sí el europeísmo de Schulz una vez instalado en el Gobierno, pero en cualquier caso aquel globo pinchó y hoy tenemos a la misma Angela Merkel al frente de la Gran Coalición, con otro socialdemócrata, Olaf Scholz, en el ministerio de Finanzas.

Y con la CDU de la canciller y su partido hermano, la CSU bávara, escoradas más a la derecha, y una socialdemocracia claramente debilitada. Los tres partidos, además, igualmente preocupados por el avance en las urnas de la ultranacionalista Alternativa para Alemania.

Habrá que esperar en cualquier caso a la próxima cumbre europea del 28/29 de junio, que, según Merkel, París y Berlín "tratará de dar respuesta a las grandes cuestiones" del momento, para ver si a esas palabras siguen los hechos.

Como señala algún medio germano, de las grandes propuestas de Emmanuel Macron no parece quedar mucho: así la idea de un ministro de Finanzas y de un Parlamento de la eurozona no cuentan de momento con la necesaria mayoría entre los socios comunitarios.

Los Gobiernos de Finlandia, Austria y Holanda, halcones en política fiscal, no quieren saber nada de las propuestas de política financiera de Macron. Y la CSU bávara se opone tanto a ese ministerio de Finanzas como al establecimiento de un seguro de desempleo europeo.

Por lo que respecta a la creación de un fondo de garantía de depósitos, aunque Berlín la considera en principio una buena idea, prefiere no hacer nada de momento y esperar a que los bancos de Italia, Portugal o Grecia saneen sus balances.

"Un ministro alemán de Finanzas sigue siendo un ministro alemán de Finanzas", afirma tautológicamente el socialdemócrata Scholz, como dejando claro que seguirá la política de austeridad del cristianodemócrata Wolfgang Schäuble, que le precedió en el cargo.

Berlín insiste por otro lado en que los países del euro adecuen sus leyes de insolvencia bancaria de tal forma que todos sus bancos dispongan de capital suficiente ante una eventual quiebra.

Sólo cuando se cumplan todas esas condiciones se podrá hablar de crear el fondo europeo de depósitos, al que se oponen categóricamente de momento tanto las cajas de ahorro como los bancos populares (Volksbanken) y el grupo Raiffeisen.

También parecen existir discrepancias entre los dos países centrales de la UE sobre la propuesta que hizo en su día el ministro Schäuble idea de crear a partir del actual mecanismo europeo de estabilidad un Fondo Monetario Europeo.

A Berlín le gustaría que ese futuro fondo se hiciese cargo de todas las tareas que llevaba a cabo antes la llamada "troika" (Comisión, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional). Pero París teme que los alemanes pudieran utilizar esa institución para imponer a sus socios su propia política de austeridad.

De ahí que el Gobierno de Macron reclame que no haya que esperar a que un país se declare en quiebra para que pueda entrar en acción ese mecanismo, que debería servir en cambio para amortiguar los "schocks" financieros.

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