Durante toda la semana en Alicante no se habla de otra cosa. Queda el partido decisivo, la última jornada. Será en casa y contra el Celta. Por cuestiones de golaverage, y dado que suben los dos primeros clasificados, al Hércules le basta el empate para conseguir el ascenso; no así a los vigueses, que necesitan la victoria para asegurarlo.El equipo blanquiazul quiere evitar la euforia que se respira en la ciudad, así que permanece concentrado desde días antes en el hotel Miramar de la vecina localidad de Aigües. Según comenta la propia prensa de la época, toda la plantilla se encuentra animadísima y confiada en la victoria.

Llega por fin el día. A las 16:15 horas del domingo 28 de abril de 1935, con cielo encapotado y arbitraje del internacional Pedro Escartín, comienza el encuentro en un abarrotado estadio de Bardín. El equipo blanquiazul juega con su alineación de gala: Pérez bajo palos; Maciá y Orriols en defensa; Salvador, Moro y Múgica en la medular; e Irles, Tatono, Blázquez, Déniz y Roldán como delanteros.

Desde los primeros instantes se nota que aquello es una final y el partido, aunque con tibio dominio alicantino, se desarrolla sin brillo ni ocasiones claras, y con juego un tanto bronco por ambas partes. Pero poco antes de cumplirse la primera media hora de juego, hay un centro al área que los defensas vigueses no aciertan a despejar y cómo no, Blázquez, aprovecha el desconcierto para hacerse con el balón y batir al meta vigués Pedrín de un tiro cruzado a media altura ajustado al palo, desatando la locura en las gradas de Bardín.

De ahí hasta el final el Hércules se repliega para salvaguardar su ventaja mientras que el Celta se vuelca cada vez más desesperadamente en ataque. Pero a pesar del acoso vigués el marcador ya no se mueve, y con el pitido final, el Hércules Football Club se convierte en equipo de Primera por primera vez en su historia. La alegría se desborda, y no solo en Bardín; esa tarde todo Alicante fue una fiesta, y en los días siguientes fueron numerosos los agasajos y celebraciones. No era para menos. En el intervalo de apenas tres años, el Hércules consiguió construir un estadio de vanguardia, ganar el campeonato regional, y pasar de la Tercera, a la Primera División del fútbol nacional, ahí es nada.

Sirvan estas líneas como humilde homenaje a todos aquellos pioneros que hicieron posible aquel éxito para la ciudad de Alicante. Siempre en nuestra memoria.