Durante la Guerra Civil, en Elche la primera vez que hay constancia documental de que se hablara de refugios fue el 15 de mayo de 1937, cuando el consejero municipal por el Partido Comunista, José Ruiz Quirant «Mangraneta» -al que cabría calificar como uno de nuestros señores de la guerra en retaguardia-, reclamó por primera vez la construcción de refugios a través de las páginas del semanario Elche Rojo. Volvió con la misma petición en el pleno municipal del 24 de noviembre. El 1 de diciembre, el consejero municipal Leopoldo Maestre Micó, de Izquierda Republicana, planteó su desconfianza a la hora de que participara en los proyectos de refugios el arquitecto Antonio Serrano Peral, colaborador del arquitecto municipal Santiago Pérez Aracil, por haber militado en las Juventudes de Acción Popular (JAP). Ruiz Quirant añadió al respecto que se adoptaran las mismas medidas que con el resto de desafectos. Fue precisamente en diciembre de 1937 cuando se produjo la primera reunión de la Comisión de Defensa Pasiva.

El 16 de febrero de 1938 el alcalde socialista Francisco García Alberola propuso la creación de un impuesto de guerra para la construcción de refugios. El 23 de febrero el alcalde informó de que se habían iniciado los trabajos, así como la admisión voluntaria de trabajadores. El 5 de marzo, Elche Rojo informaba de los llamados «Domingos Rojos» para la construcción de refugios. El 13 de marzo el semanario de Unión Republicana Adelante comentaba los trabajos en marcha, de 10 a 12 refugios y los impuestos sobre cines y cafés -cinco céntimos por cada peseta-, comercio, industria y hasta en las cartillas de racionamiento. En otro suelto se concretó en más de 6.000 pesetas el dinero recogido. Una célula del Partido Comunista pidió también que a los presos políticos se les hiciera trabajar en los refugios. Igualmente, también hubo una campaña de Socorro Rojo Internacional, instalado en lo que había sido el colegio de las Carmelitas, para conseguir más fondos. El 1 de junio, la Junta Local de Defensa Pasiva denunció «las pésimas condiciones alimenticias» de los trabajadores que los construían. La consejera socialista Francisca Vázquez Gonzálvez pidió ese mismo día que en el refugio del paseo de las Germanías se abriera una comunicación con las Escuelas Graduadas. Al faltar materiales como cemento y arena, el Consejo Municipal autorizó la tala de palmeras secas para apuntalar las galerías. Se felicitó entonces al capitán de ingenieros Valeriano Giménez, encargado de las obras. El consejero socialista y exalcalde Manuel Rodríguez Martínez pidió que la construcción de refugios fuera considerado un trabajo popular, con el castigo para los que no colaboraran. Hizo también un llamamiento a las fábricas para que no sonaran las sirenas y solo una en caso de bombardeo.

En el mismo mes de junio de 1938, el alcalde García Alberola planteó la falta de técnicos municipales por estar detenidos o de baja (secretario, interventor, arquitecto y aparejador). Planteó también sobrealimentar a los trabajadores de los refugios para mejorar el ritmo de construcción. El consejero de Izquierda Republicana Vicente Guilabert Bernad solicitó que se mandara una brigada de trabajadores desde el campo de concentración de Albatera. El 22 de junio, el gobernador civil socialista Ricardo Mella visitó la ciudad y prometió materiales para los refugios. De nuevo se volvió a hablar de la necesidad de sobrealimentar a los trabajadores que participaran en su construcción.

Hubo también nuevos llamamientos desde Elche Rojo -el 11 de julio- por la construcción de refugios por la «criminal aviación italogermana». El 31 de agosto el alcalde informó de que había adquirido en Madrid materiales para la construcción. El 14 de septiembre el consejero de la CNT Clemente Santos Pomares pidió que se realizase una visita oficial a los refugios para demostrar interés y agradecer el trabajo del ingeniero director. El 25 de septiembre el gobernador civil avisó sobre los bombardeos sufridos en Alcoy y la amenaza que se cernía sobre Elche al contar con cuatro fábricas de guerra -todas ellas con sus respectivos refugios-. Se planteó entonces la construcción de refugios particulares y trincheras repartidos por toda la ciudad. El 28 de septiembre el Consejo Municipal agradeció que el Batallón de Retaguardia nº 6 de Alicante ofreciera 6.000 pesetas para refugios.

El 1 de octubre, el consejero socialista Manuel Rodríguez Martínez viajó a Barcelona para reclamar ayuda ante el Ministerio de Defensa Nacional. Cuatro días después, el consejero cenetista Mariano López Giménez pidió que una comisión marchara a Valencia para reclamar materiales de construcción «y evitar lo sucedido en Alcoy», mientras en esos días la Junta Local de Defensa Pasiva continuaba con su proyecto de refugios particulares y zanjas. El alcalde y el citado consejero de la CNT reclamaron en Valencia cemento para los refugios. Por fin, el 30 de octubre el Comité de Defensa Pasiva informó de que ya se podían utilizar los refugios del paseo de Germanías y el de la plaza de Menéndez y Pelayo.

Un enorme esfuerzo, pues, con múltiples dificultades y retrasos, en una ciudad que tuvo la suerte de no ser bombardeada.