El titular va de esos colegios que dejan huella. Allí fue donde saliste del protector ambiente familiar, allí donde dejaste de ser el rey o el príncipe de tu mundo. Donde socializaste y viste que existía gente como tú, que nació casi al mismo tiempo y que, aún con tantas similitudes, todos somos distintos. Allí donde conoces la disciplina sin cariño y la justicia e injusticia por normas, órdenes o idearios. Ese sitio donde descubres, siempre antes de lo que creen los padres, todos los misterios que la vida te oculta para protegerte y salvaguardar tu efímera e ingenua felicidad.

Tu colegio de tierra, cielo y mar, de pino, olivo y paz. Ese sitio donde te pareció entender que las cosas se tienen que conseguir con esfuerzo pero pensando en los demás. Donde no vale ser el primero a cualquier precio, para eso el deporte te marca por trabajar en equipo, por aprender a perder y lo más importante por aprender a ganar y a cómo hay que ganar.

Tu colegio, el que te permite poner el pie sobre la roca cuando consigues por tu mérito aquello por lo que luchas, no pisando a nadie, ni olvidando a las personas, sus virtudes y carencias. Ese cole que te deja con la plegaria en la boca de esos compañeros que esperan proyectos, realidades, soluciones, y no solo ambiciones personales por muy hábil, lince o águila que seas. En fin, te deja ese mensaje de que no todo vale, que hay que ser justo o al menos intentarlo, te enseña muy bien que lo que hoy haces a la contra mañana te puede volver a ti, y te lo enseña sin, a veces, querer, pero te lo enseña.

Sabes y recuerdas que aquel profesor injusto terminó sin el cariño de nadie, solo y olvidado, de nada sirvieron sus golpes, amenazas y castigos. Te acuerdas de aquel profesor o cura, buena gente, que siempre se ve rodeado del cariño de sus alumnos y de sus compañeros, nunca estará solo, de todo sirvieron sus desvelos, su trabajo y su comprensión.

Sabes, como te enseñó tu cole y la vida, que los torticeros y mercachifles, en cuanto pierden los galones, se quedan en el planeta de los zombis y de ahí es difícil salir. No hay que olvidar lo que aprendiste en tu cole, sobre todo cuando reflexionas sobre lo hecho y miras al futuro por lo que te queda por hacer, es decir ves la ruta en tu mirar.