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Ramón Pérez

Como decíamos ayer

Ramón Pérez

Lo importante es llegar

Mi compañero de pupitre era un tipo peculiar: vivía en la acera de enfrente del colegio pero venía en bici. «Es que soy esprinter», me decía. Era de esos que cuando coincidía contigo en el umbral de una puerta sacaba la cabeza para pasar él primero. «Te he ganado por foto-finish», bromeaba. Decía que tenía un soplo en el corazón y que por eso no era habitual verlo jugar en el patio, en la maraña de piernas que poblaban una exigua pista donde discurrían, por lo menos, cuatro partidos al mismo tiempo. Había veces, incluso, en las que eran más partidos que balones. Ahí sí que hacía falta un buen mediocentro para hacerse dueño, tal cual, del balón. Un Iniesta de recreo. A pesar de que no se prodigaba en esa batalla, mi compañero sí que se metía en la pista. Era de los que daba conversación al portero contrario. Esa figura había trascendido de generación en generación en nuestro colegio. A la hora de «chapigar», bendita palabra, siempre se tenía en cuenta. Un portero, un defensa, uno que despiste al portero del otro equipo y el resto, delanteros. Años más tarde pasamos al instituto. En el primer curso entramos en barrena y ni siquiera pudimos jugar al fútbol. El tiempo del recreo era más corto y el centro, más grande: imposible llegar a la pista, imposible implantar la figura del jugador-conversador. Por si fuera poca desgracia, a mi amigo le quedaba el instituto a más de 20 minutos. Dada su condición de esprinter, no había día que no llegara sin rueda o sin pulmón. Sudado, con las manos manchadas de enganchar la bici en el aparcamiento y corriendo por las escaleras. «Algún día no te abro la puerta», le amenazaba un profesor. Esa distancia tan larga no era su hábitat. «Lo importante es llegar», le contestaba una y otra vez mi amigo al profesor. Hasta que un día mi amigo no estuvo puntual. Antes del partido de ayer, yo creía que el Hércules sería capaz de alcanzar este play-off tan barato. La odisea por la que ha deambulado el equipo este curso es casi comparable a la que tenía que atravesar mi amigo para llegar puntual a clase, pero algo me decía que las victorias ante Mestalla y Saguntino iban a servir para doblegar al Lleida y llegar al cuarto puesto. Una vez ahí nadie sabe. Ayer no fue así, pero el Cornellà perdió. Aquel día tampoco llegó el profesor a su hora. Se presume otro esprint. Lo importante es llegar.

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