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Marc Llorente

Teatro Crítica

Marc Llorente

Fantasma teatral

El funeral

Teatro principal de alicante

Autor y director: Manuel M. Velasco.

Con: Concha Velasco.

Ves el telón subido y la escenografía y escuchas una fúnebre sonoridad. No es agradable. Un velatorio, organizado por el Ministerio de Cultura, porque ha fallecido Lucrecia Conti, la diva del espectáculo. La dama de los escenarios, del cine y de la televisión. Enfrente, la imagen de Concha Velasco, y en el programa vemos una fotografía que recuerda la película El crepúsculo de los dioses, con su pomposa escalera y, en primer término, la actriz vallisoletana en vez de Gloria Swanson. Al luctuoso acto asisten sus dos nietas, un primo lejano, el representante artístico, los numerosos espectadores y el fantasma de la estrella. Te vienen algunos títulos a la memoria, como Un marido de ida y vuelta o Un espíritu burlón, y la protagonista entra solemnemente por el patio de butacas, vestida de blanco, con turbante. Aún tiene que resolver asuntos personales y profesionales. Salta el revuelo. Y la noticia llega a los medios de comunicación. Esta es la comedia sobrenatural de Manuel M. Velasco, hijo de Concha y director de un vehículo a la medida de su madre. Quiere erigirse en homenaje a ella, pero se queda en un vano y tosco intento. Se merece mejor fortuna, después de una dilatada trayectoria con grandes éxitos teatrales, y no esta fantasmada con bases frágiles y texto nulo. En general, chistes malos, dobleces de tercera división y ridiculeces varias. No hay obra, sino maniobras inútiles y palabrería. Lástima. Concha Velasco, grandilocuente, no puede estar a la altura de sí misma con las escenas que intenta defender en El funeral. Antonio Resines, siempre auténtico y sencillo, hace lo posible sin poder hacer nada para evitar el global naufragio, donde también participan Cristina Abad, Clara Alvarado y Emmanuel Medina. El vídeo de la reportera, Natalia Sprenger, y las imágenes con Buenafuente, entrevistando al presunto fantasma, aportan algunos granos de arena al conjunto. Se busca la implicación directa del público y se le invita a merendar. No parece que hubiera indigestión. Florece el sentimentalismo, ya que Lucrecia Conti (Concha Velasco) no ha muerto en realidad, y el respetable ovaciona de pie ampliamente. Es ella. Que siga. ¡Viva Concha!

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