Sí, me equivoqué en mi previsión de que tras el Pleno de investidura para votar al nuevo alcalde de la ciudad saldría elegida la socialista Eva Montesinos, como traté de explicar el pasado domingo en mi artículo titulado «Futuribles». Es evidente que cualquier intento de aplicar la lógica racional a una corporación municipal como la que tenemos resulta infructuoso porque su comportamiento es completamente irracional y volátil, como pudimos comprobar en los días anteriores a la sesión de investidura. Toca felicitar al nuevo alcalde de Alicante, el popular Luis Barcala, porque si ha accedido a la Alcaldía de la ciudad en este momento es porque el resto de las fuerzas políticas del Ayuntamiento han demostrado no merecer el desempeño de ese cargo.

Una capital como Alicante, con los años tan duros que ha vivido en los tiempos recientes, se ha visto sometida al chantaje de la concejala trásfuga Nerea Belmonte, que trapichea con su sueldo sin pudor alguno. Pero tampoco la concejala de Guanyar Alacant, Julia Angulo, se quedó atrás, al no asegurar su voto a la candidata del PSOE, apoyada por su formación, si no se restituía la dignidad del expresidente de Ecuador tras su visita a la ciudad de Alicante, supuestamente herida por un miembro de la ejecutiva del partido socialista. Todo ello demuestra qué tipo de personajes se colaron en algunas candidaturas municipales en este mandato, evidenciando por qué hemos vivido lo que hemos vivido, siendo Guanyar Alacant responsable de ello, sin miramientos ni excusas, aunque de sobra es conocida su facilidad para esquivar las responsabilidades cuando vienen mal dadas, evitando cualquier ejercicio de autocrítica. Recordemos su tramposa costumbre de echar las culpas a una supuesta fuerza de confluencia llamada Guanyar que en ningún momento ha sido tal, pero trasladar los éxitos a Esquerra Unida cuando les interesa, afirmando que es quien lidera esta formación.

Quienes hemos seguido de cerca la marcha del extinto tripartito nos hemos desgañitado explicando en los últimos años que las cosas iban por mal camino, que la ciudad no se merecía tanto maltrato, que se estaba perdiendo un mandato absolutamente crucial, que las peleas y los insultos no hacían más que despilfarrar energías imprescindibles para impulsar una ciudad desnortada y sin horizonte, carente de proyectos estratégicos de futuro determinantes para mejorar su capacidad económica, crear empleo, reducir la pobreza y acortar la desigualdad en sus barrios. Algo que piensan buena parte de los vecinos, por cierto, pero que nunca quisieron escuchar en el tripartito formado por PSOE, Guanyar y Compromís. Nada detuvo ese ajuste de cuentas permanente en el que vivían que hizo de la descalificación mutua, de la ausencia de cultura política y de la falta de respeto institucional, su programa de gobierno. Cuando en política las soberbias, los egos y los dogmatismos se mezclan con las carencias e incapacidades personales, el resultado es irremediablemente un desastre, como el que ha demostrado la izquierda en esta ciudad a lo largo de estos cerca de tres años de mandato.

Porque es la izquierda en su conjunto, con mayores o menores responsabilidades, la que ha fracasado y a la vista del panorama que deja y de las personas que componen las diferentes fuerzas que la integran, da la impresión de que tardarán en generar ilusión y demostrar que pueden trabajar conjuntamente. Un PSOE, que en lugar de comprender la importancia de ostentar la Alcaldía de la ciudad con los resultados más bajos de su historia, ha actuado sin responsabilidad hasta el punto de ver a su alcalde metido en un barrizal judicial injustificable. Esa amalgama formada por EU y Guanyar Alacant, que trampeó todo lo que pudo para hacer una candidatura electoral con personas absolutamente improcedentes, que no ha parado de promover el canibalismo político con todos aquellos que no compartían sus dogmas de fe, llegando a practicar la antropofagia entre ellos mismos. Y Compromís, el grupo municipal más sensato al que le ha faltado con frecuencia claridad y determinación incluso para comprender y explicar públicamente la insostenibilidad de la situación que vivían en el gobierno municipal. ¿Tan poco quieren a la ciudad como para haber protagonizado este lamentable espectáculo? Y por supuesto, también al Botánico, a Ximo Puig y a Mónica Oltra, que han dejado que la situación del Ayuntamiento de Alicante se gangrenara a cámara lenta hasta hacerse irreversible.

Y en estas, un Partido Popular que todavía no ha hecho su regeneración política como consecuencia de los numerosos casos judiciales y penales que tiene por estas tierras, vuelve a la Alcaldía, y no por méritos propios sino por las incapacidades de sus contrincantes. Con una legislatura prácticamente agotada y ya en clave preelectoral, si el PP es capaz de cambiar el clima político irrespirable que se vive en el Ayuntamiento, de situar cuatro piezas estratégicas de cara al futuro (Ikea como preciado trofeo), a las puertas de algunas inauguraciones esperadas que habrán sido financiadas por una Generalitat de distinto color político (ampliación de la Vía Parque, túnel del TRAM de la Serra Grossa, entre otras), más el apoyo del gobierno central y de la Diputación con los suyos al frente, tomará impulso para poder salir a las próximas elecciones renacido de sus cenizas ante una ciudad hundida en su autoestima. Pero en el año que queda, sin mayoría absoluta y con el resto de las fuerzas municipales en contra, no lo va a tener fácil, precisamente.