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Juan José Millas

Tierra de nadie

Juan José Millás

¿Quién manda?

A usted y a mí nos manejan siempre. Nos manejan cuando nos urgen a comprar un piso, porque van a subir, y cuando nos frenan porque la burbuja está a punto de estallar. Nos manejan para que inflemos la burbuja y para que la desinflemos, todo ello al servicio de intereses que nada tienen que ver con los nuestros. Usted y yo somos personajes de un guionista loco, vivimos en la ficción. A veces en la ficción de que es el momento de hipotecarse y a veces en la de que conviene ahorrar. Hazte un plan de pensiones, no te lo hagas; ten hijos, no los tengas; sal con el paraguas, sal sin él; no te compres un coche, corre a adquirirlo; come verduras, no comas verduras.

Quizá ha habido épocas en las que el personaje tenía posibilidades de escapar a la lógica del relato porque esta era muy débil. Ahora no, ahora es una lógica implacable. Dicho en otras palabras, si la vida es un triángulo y estás obligado a vivir dentro de él, a lo más que puedes aspirar es a bisectriz. Ahora bien, ¿quién dibuja el triángulo? El gobernador del Banco de España, entre otros. Este hombre pertenece al triángulo, pero los guionistas lo han sacado momentáneamente de él para que les haga el trabajo sucio. Luego lo devolverán a la geometría. Todo el mundo quiere escapar del triángulo. Los políticos lo consiguen con frecuencia, a veces de forma permanente, pero tampoco son sus autores, sino su correa de transmisión. Son el «preso de confianza» de las cárceles, el amigo de los celadores, el confidente de la policía.

A estas alturas sería imposible localizar al guionista porque el relato loco se ha independizado. A ratos, toma sus riendas el FMI, la OIT, la CNMV, la ONU, el G-7, el Consejo de Europa, la Interpol, qué sé yo, hay tantas organizaciones mundiales como seamos capaces de imaginar, cada una con sus burocracias, sus oficinas, sus ascensores, sus aseos para jefes y empleados. Cada una escribe unas líneas. Luego se juntas todas y, sin saber ni cómo ni por qué, un barrio de Siria recibe una ración de gases tóxicos que afecta especialmente a los niños. Usted y yo nos indignamos un rato, claro, porque somos personas como Dios manda, pero al medio minuto nos dicen que vayamos corriendo a comprar un piso, porque van a subir más. Y a medio camino nos conminan a volver porque la burbuja está a punto de estallar. ¿Quién manda?

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