Gonzalo Suárez es un escritor y cineasta del que recuerdo algunos bodrios («Ditirambo», por ejemplo) pero que tiene en su haber una peli formidable, de las que crean afición por el séptimo arte, «Remando al viento», con la que ganó un Goya y fue considerado el mejor director en el Festival de Cine donostiarra. En el film, los poetas Byron, Shelley y su compañera, se reúnen en una noche oscura de terrible tempestad junto a un lago suizo. Allí, a comienzos del siglo XIX, se proponen escribir cada uno de ellos una historia de miedo. Pero ni Byron ni Shelley, a pesar de sus esfuerzos, lograron ganar la competición. Lo hizo la única mujer participante, Mary. De aquella tétrica velada nació una novela de la Shelley que marcó el género de horror, «Frankenstein o el moderno Prometeo», que junto al «Drácula» de Abraham Stoker nos aterrorizó durante mucho, mucho tiempo. El director, Gonzalo Suárez, también era conocido periodista futbolero bajo el seudónimo de Martin Girard y, curiosamente, era hijastro del gran entrenador Helenio Herrera. El propio Gonzalo le aconsejó al célebre HH, inventor del catenaccio, que no se fuera al Sevilla y le predijo que durante cuatro años allí, no cosecharía ni un miserable título. Que se fuera al Barça, cosa que, finalmente, hizo. Allí, don Helenio sí ganó Ligas y Copas del Rey ya que las Copas de Europa el franquismo se las reservaba al Realísimo.

Y ahora que vuelve otra final del espectáculo más grande del mundo a nivel patrio, Paco Esquivel, de quien llevaba algún tiempo sin saber de él (y bien que lo siento por la dulce e inteligente Emi) salvo por alguno de sus brillantes artículos en este periódico, vuelve a resurgir como lo hacía el monstruo del doctor Frankenstein para sembrar nuestras noches juveniles de terror, con motivo de la final de Copa de hoy mismo entre su «Zeviyiya» y mis «culers sanchistasicetistas».

Bueno, pues le advierto muy seriamente a Esquivel / Frankenstein que sus bravatas ya no me dan miedo. Confío en que Ter Stegen, Piqué, Busquets, Messi, Iniesta y Suárez, todo un equipo, den buena cuenta de una panda sin Monchi que, además, estará muy entretenida con la Feria de su pueblo. «Zin acritú, mi arma».