El Partido Socialista ha cavado su tumba en Alicante, un nicho feo y sin flores que generará durante unos cuantos días un mar de lágrimas de rabia entre la militancia para lamentarse, una vez más, de la oportunidad perdida de ostentar la Alcaldía después de dos décadas de gobiernos ininterrumpidos del PP y bla bla bla.

No verán de plañidera a Ángel Franco, el gran muñidor del socialismo capitalino desde hace tiempo, responsable de haber puesto al frente del Ayuntamiento a un muñeco torpe que actuaba al son de sus impulsos. Acción, reacción. Dit i fet. En psicología se les llama pensamientos automáticos y se superan mediante una terapia sencilla. En política, depurar a una funcionaria (sin razones objetivas) por su relación familiar con el enemigo se paga con la dimisión.

Alicante ya tiene otra vez alcalde del PP. Luis Barcala se ha encontrado de rebote con la vara de mando. Más por omisión que por acción, pero no se le puede negar que ha hecho bien los deberes. No ha tenido más que esperar las torpezas del rival, averiguar sus numerosos puntos débiles, descubrir los flancos que el oponente ha ido poniendo al descubierto para dejar al final a Eva Montesinos de comandante en jefe al frente de un ejército que no tenía ni efectivos ni generales en el campo de batalla. Es la menos culpable de la humillante derrota sufrida ayer en el Ayuntamiento de Alicante.

Por no tener, no tenía ni aliados. El voto en blanco de una ex de Podemos, Nerea Belmonte, ha permitido devolver el mando al Partido Popular. Va a ser muy sencillo demonizarla en la calle, pero la culpa no es toda suya.

Tanta responsabilidad tiene por haber aupado de alcalde a un dirigente del PP como habría tenido por convertir en alcaldesa a la heredera de Echávarri y, por tanto, devolver al Gobierno a sus excompañeros de Guanyar, tan puntillosos en sus asambleas como poco eficaces en labores de administración.

¿Qué querían? Concejales, concejalas y asesores de Guanyar no se cortaban un pelo en insultar a Belmonte por los pasillos del Ayuntamiento. El desagravio se vende muy caro. Pero, ojo: Podemos sabe cómo se hizo aquella lista municipal con Guanyar. Y además: alguien debería haber advertido seriamente (pero seriamente) a Montesinos de los devaneos que desde hace meses Nerea Belmonte se trae con representantes muy próximos a la actual dirección local del Partido Popular. Nadie lo tomó en serio. Hasta ayer. Un poco tarde.

Y nos queda Ximo Puig. Ayer perdió la Alcaldía más importante que el PSPV mantenía en la Comunidad Valenciana. Le queda Elche, pero la diferencia es que la ciudad zapatera es habitual bastión socialista y con el Gobierno de Alicante se había recuperado la posibilidad de ejecutar una buena gestión y refrendarla en las urnas en las próximas municipales. Ya no. Pedro Sánchez ya tiene otro motivo para afear el trabajo de Puig y los socialistas otra excusa para seguir desangrándose.

Barcala, nuevo alcalde. Es más que probable que también sea el futuro candidato. A ver quién es el osado dirigente del Partido Popular capaz de mantener a otros aspirantes en las quinielas después de haber recuperado el poder municipal.

A los ciudadanos de a pie todo esto les importa un bledo. Política de cañerías. Lo que quieren ver a partir de hoy es si los políticos vuelven a acordarse de esta ciudad, la muy heroica, leal y siempre fiel. Alicante se llama. Por si lo han olvidado.