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Toni Cabot

Qué ha pasado aquí

Quién le iba a decir a Luis Barcala cómo y cuánto podía cambiar el panorama. No hace mucho rumiaba en soledad su perplejidad al contrastar los elogios recibidos en la reciente convención de Sevilla por parte de compañeros del PP del resto de España, con la patada en los riñones que sentía en Alicante, al verse traicionado entre los suyos, con maniobras para apartarle de la carrera para presidir el Ayuntamiento. Luchas de poder tanto en el feudo propio como en el ajeno, -¿quién se atreve a asegurar dónde hay más barro?-, política de cañerías, como bien apunta mi compañero Jorge Fauró, sobre un escenario sembrado de interrogantes. Qué ha pasado aquí. A la hora de sacar conclusiones habrá quien simplifique demonizando únicamente a la última pieza del tablero (llámese Nerea Belmonte) y olvide que la causa mayor apunta como origen de todos los males a la caída de la primera ficha (el fallido tripartito), aquella que provocó el desmoronamiento en cadena de las dispuestas inmediatamente detrás. Quién sabe cuánto tardaremos en conocer, si alguna vez conseguimos hacerlo, cómo y por dónde discurrió el mercadeo del disputado voto número 15, cuyo peso inclinaba la balanza. Puede que nunca. Y puede que para cuando se sepa, poco importe. Aquí y ahora cuenta el presente, que hoy encumbra a Barcala para afrontar durante un año la misión de no cometer errores, mantener la calma y vestirse de gala a la hora de asfaltar calles o inaugurar parques y jardines, cortando todas las cintas que le permitan esos 40 millones de euros que quedan a su disposición para gastar ya con los presupuestos aprobados. Hizo bien el nuevo alcalde mostrando agradecimiento a todo el mundo, incluyendo a Echávarri, en su primer discurso. Barcala se lo ha trabajado, cierto. Pero también todos los que tenía enfrente se lo han puesto fácil.

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