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Francisco Esquivel

Tiene que llover

Francisco Esquivel

El largometraje

No estamos ante una sesión de entretenimiento. Alma mater es una película, más que dura necesaria, de la que se sale hecho fosfatina tras asistir al día que pasan seres humanos como nosotros sometidos al estrés derivado de los bombardeos y de las ráfagas de metralla silbando alrededor de la vivienda, que es defendida centímetro a centímetro del acoso de las milicias en un afán por sobrevivir que no da tregua ni al reparto ni al patio de butacas. En rincones tan dispares como Copenhague, Sevilla y Berlín ha obtenido idéntico premio, el del público, y, al estar focalizada en el trauma bélico con particular acento en el sirio, Trump, a pesar de no haber ido fijo a verla porque qué más le da, se ha sumado a la corriente y, junto a un par de amiguitos, ha llevado más explosiones al horizonte para que la feria de estallidos no decaiga en la zona y que el confeti químico espolvoreado por Bashar al Asad sienta que no está dejado de la mano de Dios sino que ejerce un poder de atracción rentable sobre el enemigo. Los protagonistas, también llamados dignatarios, dirán que muy cinéfilos no es que sean pero que, el material que haga falta, lo ponen ellos. Fuera de la pantalla se brinda de etiqueta en palacios reales por la venta de armas y, a nada de Damasco, refugiados en el asentamiento de Al Wafidín aprovechan la evacuación, pactada con Rusia en estos días aunque cogida con alfileres, para trasladar la desesperación del refugio al desasosiego por encontrar el rastro del familiar secuestrado un lustro atrás cuando se disponía a iniciar su jornada en el curro. En esas tres ciudades impactadas por la crudeza de un guion, en la nuestra, en Barcelona, en Madrid, en tantos pueblos y, no digamos ya en Guernika, habrá espectadores que estén viendo la agitación de ese grupo, desviviéndose al límite por distraerle una hora a la muerte siendo consciente de que ha de mantenerse firme sin concesión a los sentimientos, y les ronde la cabeza las peripecias que sortearon sus abuelos para resistir la maldita cruzada. Es lo malo de esta película. Que no se acaba nunca.

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