Tras una larga enfermedad degenerativa, a la que se enfrentó con un coraje admirable, el pasado fin de semana falleció Mario Gaviria, sociólogo muy vinculado a esta tierra desde que llegó a Benidorm a comienzos de los setenta para desarrollar una investigación financiada por la Fundación March sobre el fenómeno del turismo de masas en relación con el urbanismo. En este breve artículo de despedida no voy a detenerme en su larga y rica trayectoria profesional e investigadora, sino en la relación que mantuve con este brillante e inolvidable amigo, así como la influencia que ha tenido en la formación de una cultura urbanística de la que participo.

A mediados de los sesenta del siglo pasado, un grupo de alumnos de la Escuela de Ingenieros de Caminos de Madrid, desalentados por la enseñanza que recibíamos en urbanismo decidimos por nuestra cuenta poner en marcha un seminario sobre ese tema contando con Mario (no recuerdo bien cómo llegamos a él) para que nos dirigiera; lo que aceptó, e iniciamos unas sesiones que nos abrieron los ojos a una forma nueva de ver la ciudad de una manera muy diferente a como nos la mostraban en la Escuela de Caminos.

Pocos años después de aquella experiencia tan interesante en la Universidad de Madrid, ya terminada mi carrera, lo volví a encontrar trabajando en la citada investigación de Benidorm que, entre otros materiales y publicaciones, se materializó en el libro Benidorm, Ciudad Nueva verdadero texto canónico sobre el urbanismo turístico. En su equipo figuraba el joven sociólogo José Miguel Iribas, que pronto se convertiría en un amigo y compañero de trabajo entrañable, y también desgraciadamente fallecido recientemente. Mario, ya con signos reveladores de su enfermedad pero con un ánimo admirable, nos acompañó en el homenaje que le rendimos a José Miguel tras su fallecimiento un grupo de amigos en la Sede de Alicante de la UA.

Lo atractivo y refrescante del pensamiento urbanístico de Mario en los años sesenta y setenta, era su denuncia del funcionalismo de la Carta de Atenas, ideario inspirado por Le Corbusier, que implicaba «separar la forma urbana del contenido de relaciones entre los hombres (?) reduciendo la vida a una caricatura de ella». Esta cita de Mario está extraída del prólogo que escribió para el ensayo de Henri Lefevbre El Derecho a la Ciudad, publicado hace ahora cincuenta años. Esta obra fue la primera que se publicó en castellano de este filósofo, y ha sido un referente para muchos de quienes nos hemos dedicado a pensar y a trabajar el urbanismo en el trabajo docente, y continúa teniendo plena vigencia, en especial ahora cuando celebramos el cincuentenario del Mayo del 68 del que Lefebvre fue uno de sus inspiradores intelectuales. Gracias a Mario, amigo de Lefebvre, tuvimos la oportunidad de conocer y escuchar aquí en Alicante a este gran filósofo-urbanista.

Mis recuerdos del «23-F» están ligados también a Mario Gaviria. El proyecto de PGOU de Alicante que la corporación democrática puso en marcha en 1979, tuvo una fase previa de análisis y diagnóstico sobre la ciudad existente y posibles alternativas a desarrollar más adelante en el plan. Trabajo que fue encargado a un equipo de Madrid en el que coincidimos colaborando Mario y mi equipo de urbanismo e ingeniería. La tarde del 23 de febrero de 1981 nos encontrábamos encerrados en mi estudio trabajando durante horas; pasadas las nueve, Mario se levantó para hacer una llamada a alguien de Madrid, todavía recuerdo la cara que traía al volver a entrar y lo que dijo: «La Guardia Civil ha entrado a tiros en el Congreso». Pusimos la radio y escuchamos el bando de Milans del Bosch declarando el estado de sitio. Salimos de allí a toda prisa. A Mario no se le ocurrió otra cosa que irse a pasear por la Explanada en pleno toque de queda. Fue detenido, pero lo soltaron pronto porque no sabían que hacer con él?.

Mario también fue un precursor de los enfoques ecológicos y medioambientales sobre la ciudad y el territorio. Esos contenidos están explícitos en la posición crítica que mantuvo a comienzos de los setenta como uno de los líderes del movimiento contra el trazado de la Autopista del Mediterráneo (la actual AP-7) que se pueden encontrar en el Libro Negro de la Autopista, un documento colectivo de oposición a esta infraestructura. Entonces Mario ya discutía la política de autopistas como un estímulo para la proliferación de una movilidad basada en la explotación intensiva de los recursos no renovables que rechazaba.

Su posición en defensa del medio ambiente, por el uso de energías renovables, y contra las centrales nucleares, le ocupó los últimos años de su vida en los que estuvo dedicado a la docencia. Su último libro El Paraíso Estancado, escrito en colaboración con nuestro común amigo José María Perea, es un amplio y documentado texto en la reivindicación para nuestro país de políticas energéticas fundadas en renovables. La presentación del este libro en la sede de Alicante de la UA, fue la última vez que le vi con vida. Me queda su imagen combativa y apasionada que, como siempre y a pesar de lo avanzado de su enfermedad, mantuvo aquella tarde.