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Joaquín Rábago

Un cóctel tóxico

Con un venenoso cóctel de ataques a los medios que no le son aún fieles, a la Unión Europea y sobre todo a la inmigración, el jefe del Gobierno húngaro, Viktor Orbán, tiene asegurada la victoria en las elecciones nacionales de este domingo.

Es difícil decir tantas mentiras como las que ha dicho el líder de Fidesz a lo largo de la campaña. "Nos quieren arrebatar la patria", denunció, por ejemplo, en un reciente acto en la Universidad.

Hay "diez millones de personas en Oriente Medio y África" dispuestas a entrar como sea en Europa, advierte el líder de Fidesz. Y agrega: "Si tomamos la decisión equivocada, no podremos defender ya a Budapest".

Emulando al norteamericano Donald Trump, Orbán parece haber llegado a la conclusión de que lo mejor para conquistar la voluntad de un pueblo es sembrar miedo. Y en esto no hay quien le gane.

A Orbán, como a todo demagogo, no le hace falta siquiera presentar un programa político. Le basta con crear continuos enemigos y convertirlos en blancos continuos de su campaña.

Y el principal enemigo es el especulador financiero húngaro de origen judío y nacionalizado estadounidense George Soros, a quien la propaganda de Fidesz presenta encabezando una coalición internacional que pretende "islamizar" a Europa.

Un fotomontaje de Fidesz muestra a Soros rodeado de políticos húngaros de oposición tratando de cortar con grandes tenazas la verja fronteriza erigida por el Gobierno para impedir la entrada de inmigrantes.

Para la famosa filósofa húngara y superviviente del Holocausto Agnes Heller, de 88 años, toda la política de Orbán "está montada sobre mentiras".

En los años que lleva en el Gobierno, Orbán ha cercenado las libertades hasta el punto de que no puede decirse que exista ya libertad de prensa en Hungría.

Entre un 20 y un 30 por ciento del dinero que el país ha recibido de la Unión Europea ha terminado, según Heller, en los bolsillos de Orbán y su gente.

Para la veterana filósofa, a quien el Partido Comunista húngaro expulsó de sus filas tras la revolución popular de 1956, "el conflicto actual no se da entre la derecha y la izquierda como ocurría en el siglo pasado".

Hoy el conflicto está planteado entre "federalismo y antifederalismo. Esto es, entre nacionalistas y partidarios de la Unión Europea.

En toda Europa, explica Heller en declaraciones al Süddeutsche Zeitung, hay una especie de luna de miel de los nacionalistas. Y eso es lo que está aprovechando Orbán, que ni siquiera cuenta con una mayoría en su país.

Pero Orbán no está dispuesto a soportar que nadie le haga sombra. Para él, todos los políticos de la oposición son espías o soldados del supuesto ejército de Soros.

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