Me entristeció que las tesis antieuropeas ganaran en Reino Unido para crear un Brexit que traerá miseria para todos. Porque nunca la civilización mejoró creando fronteras y barreras. Repasen la historia. Las etapas más florecientes, los ciclos económicos donde la clase media se ha desarrollado y ha mejorado su posición en la sociedad, han sido los ciclos expansivos con gran apertura comercial y menos intervencionismo nacional. Son las economías abiertas y libres las que hacen posible el milagro de equiparar a las clases sociales. Las economías cerradas bajo el yugo de la autarquía, el proteccionismo local y los oligopolios controlados, solo traen desigualdades. Los ricos se hacen más ricos, y la barrera de entrada al mercado del trabajo y del capital queda en manos de unos pocos, que ya se encargan de que nadie acceda a su capital. Véanse las economías latifundistas latinoamericanas, o las sociedades bajo manto comunista con planificación absoluta.

Por eso, los isleños británicos se arrojaron en manos de un populismo con cierta dosis de razón. Porque Europa no había dado respuesta a las necesidades de una unidad, que solo se llevaba con el euro, y ellos ni siquiera habían cambiado la libra. Una maquinaria burocrática del tamaño de un elefante había convertido Europa en un proyecto burocrático, no político. Porque la política necesita de acciones, no de reglamentos, ni de altos funcionarios. La política en mayúsculas necesita de soltar amarras con cierta soberanía nacional para entregarse a la soberanía europea. Y en esa fallamos. Un sinfín de reglamentaciones europeas que no aportan nada a la unidad de acción en los debates internacionales. Somos incapaces de ponernos de acuerdo con el problema de la inmigración. Incapaces de tener una sola política fiscal. Incapaces de enfrentarnos con una sola voz a los tiempos lúgubres que dibuja un presidente Trump incapacitado. Incapaces de armar una política común para dialogar con Rusia o China.

Y en ese escenario, lo normal es que crezcan los euroescépticos. Que los grupos anti Europa empiecen a acampar sacando las viejas banderas locales como buen ejemplar de tribu. ¡Ojo a las nuevas elecciones del Parlamento Europeo en mayo del 2019! Porque podemos encontrar un numeroso grupo de parlamentarios dentro de un Parlamento que quieren cerrar. Unos europeos queriendo dejar de serlo, desde el mismo corazón del sistema.

Por eso la decisión del juez alemán no cumpliendo la Euroorden no es un problema jurídico, que también. Es un problema de Europa. Si en Estados Unidos, un ciudadano es reclamado por un juez de Virginia, y está en Carolina del Norte, se le detiene y se le envía ante la justicia. ¿Es culpable? No. No se sabe. Lo que hace el sistema es respetar las decisiones judiciales de un funcionario de un Estado. El juez alemán ha dictaminado la inocencia del Sr. Puigdemont no atendiendo al principio de la Euroorden. Y a lo mejor no es culpa del juez. Porque los gobiernos deberían haber acordado respetar las euroórdenes que emanen de cualquier Estado y de cualquier jurisdicción. Porque si no, y déjenme que les recuerde, pasará como cuando los terroristas de ETA mataban, secuestraban y pedían dinero, y se «refugiaban» en Francia. ¿Se acuerdan de aquella barbaridad? ¿Se acuerdan cómo se cruzaba la frontera después de haber puesto una bomba y matado a niños, y el gobierno francés, con su justicia, les amparaba?

Y eso se acabó. Se acabó cuando los franceses fueron víctimas del terrorismo. Cuando tuvieron que sufrir en sus propias carnes la sangre de sus compatriotas. Se acabó la fiesta del «refugiado terrorista». Ese mismo juez alemán supongo que estará por la labor de acatar las euroórdenes que lleguen a España reclamando a repugnantes pedófilos alemanes, que han llegado a nuestras costas, o deteniendo, como así ocurrió algún nazi que se ocultaba bajo la «entrañable» figura de un pensionista alemán. El Estado español, que es su justicia también, cumplió con todas esas extradiciones sin cuestionar si la persona era inocente o culpable. Pues lo que hizo es poner en manos de la justicia de los países que reclamaban a las personas que tenían causas judiciales pendientes en otros países.

No es la razón de los ingleses, o la razón de los alemanes. Es la razón de lo que queremos que sea Europa. Y Europa no podrá ser el territorio donde alguien que es reclamado por un país, cruce la frontera a otro para evadir sus responsabilidades judiciales. ¿Se entiende?