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Jorge Fauró

Opinión

Jorge Fauró

El jardín de Eva

Yo me conformaría con que la más que probable próxima alcaldesa de Alicante, Eva Montesinos, sienta por esta ciudad algo más de apego (cariño, pasión, amor, por qué no) de lo que aparentemente han demostrado tener los últimos gobernantes que la han representado. A Montesinos la han precedido en el cargo un navarro, una gallega y un asturiano, todos con suficientes años de residencia en Alicante como para que se hubieran enamorado de su ciudad. El origen (Montesinos es nacida en Madrid) no es incompatible con una querencia apasionada al lugar donde se habita, menos aún cuando se trata de una capital y una provincia de aluvión y acogida que al final resulta ser la cuna de nuestros hijos e hijas. Se es de donde se pace, no de donde se nace. Hay que amar la ciudad.

Yo me conformaría, decía al principio, con que tengamos una alcaldesa que quiera tanto a Alicante como para avergonzarse de que las ratas invadan el centro de la capital en plena temporada estival; me daría por satisfecho con que le quite el sueño no aparecer ni de lejos entre los diez municipios más limpios de España; consideraría su mandato más que óptimo conque antepusiera los intereses de la ciudadanía a los del partido; conque en su condición de autoridad capitalina sacara la cabeza por el conjunto de la provincia al mismo tiempo que pisa los barrios, sin permitir que un entorno agradecido le oculte las miserias (que las hay) de muchos distritos. Justificaría lo que le queda de mandato si logra devolver al Ayuntamiento la seriedad perdida y su nombre no aparece de aquí a 2019 en un auto judicial.

La casualidad ha querido que se llame Eva y esté a punto de meterse en un jardín. Su obligación si es alcaldesa es cuidar del manzano, reconstruir el Edén y ser consciente en todo momento de que hay más de una serpiente al acecho.

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