John Grisham (8 de febrero de 1955, Jonesboro, Arkansas, EEUU), es un escritor norteamericano cuyos thrillers judiciales han alcanzado, con mucha frecuencia, las posiciones más elevadas de las listas de ventas y han sido adaptados, con cierto éxito, al celuloide. Tal es el caso de su novela El informe Pelícano (The Pelican Brief), de 1992, llevada al cine en 1993, bajo la dirección de Alan J. Pakula, con la presencia de Julia Roberts, Denzel Washington y Sam Shepard en los principales papeles.

En El informe Pelícano una joven estudiante de Derecho, llamada Darby Shaw, escribe un informe describiendo su teoría sobre el asesinato de dos jueces del Tribunal Supremo. En su trabajo, la estudiante da palos de ciego pero acierta de pleno, lo que ocasiona gran nerviosismo en determinados ambientes de Washington. Al sentirse perseguida, la protagonista acude a un periodista, Grey Grantham, cuya ambición le mueve a hacer cualquier cosa por conseguir la mejor portada de todos los tiempos. Juntos destapan una enrevesada trama empresarial y política, que no les voy a desvelar por si no han visto aún la película y quisieran hacerlo.

En Elche, esta Semana Santa, hemos tenido nuestra particular versión del informe Pelícano; nuestro thriller ilicitano ha sido El informe Turdus. En nuestro caso, la trama se podría resumir en que una cofradía de la Semana Santa local tenía como tradición procesionar con un trono en el que aparecían unos tordos atados a una palmera. Esa costumbre a muchos ciudadanos les parecía atávica y carpetovetónica, a mí también. Pero los defensores de la tradición argumentaban que los pájaros habían sido criados en cautividad, recibían todos los cuidados necesarios, y no se ataban por las patas, sino que se embragaban en un arnés que no les causa daño alguno; también ésta me parece una postura plausible.

Pero, estando inmersos en estas diatribas, el Ayuntamiento, a través de la Concejalía de Sanidad, dirigida por Carlos Sánchez Heras, cuyo desempeño como director del IES Cayetano Sempere fue extremadamente bueno, decidió tomar cartas en el asunto. El hecho en sí ya me sorprendió pues yo pensaba, quizás influido por una conversación que presencié entre una alcaldesa y la entonces edil del área, que esa concejalía sólo ostentaba competencias sobre el control de plagas de ratas y cucarachas.

Es lógico que el Ayuntamiento, cuando existe un conflicto entre dos grupos de ciudadanos que manifiestan unos intereses totalmente antagónicos, decida intervenir. Es también una postura sabia, ante un hecho semejante, pedir un informe a un experto en la materia, un veterinario en este caso. Lo que no logro entender es que cualquier incidente se politice y se vea como una victoria maniquea de unos sobre otros. No es cierto que los liberales omnívoros, entre los que confieso encontrarme, seamos todos unos monstruos; ni que los comunistas veganos, a los que deseo la mejor de las suertes, sean unos angelitos. Lo que sí es innegable es que el año tiene 365 días y que, por lo tanto, no hace falta esperar al último día para intentar buscar una solución que conjugue un trato justo con los animales y el respeto de la tradición; y si lo segundo entra en colisión con lo primero que se solucione, pero en tiempo y forma.

En cualquier caso, puestos a solicitar informes, a mí se me ocurren otros mucho más interesantes que pedir. Sin ir más lejos, en el ya legendario informe Turdus se afirmaba que los tordos atados sufren estrés, siendo ésta la causa última de su eliminación del paso; en tal caso, sugeriría humildemente que se suspendiera la celebración mensual del pleno del Ayuntamiento de Elche por el estrés que causa a los ciudadanos. Sin duda, un psicólogo, o psiquiatra, debería emitir un informe clínico en el que se confirmen, o se descarten, los posibles daños mentales irreparables que oír tantas contradicciones, incumplimientos, excusas y acusaciones, podrían acarrear.

Del mismo modo se podría proponer actuar respecto a las reuniones de la junta de gobierno, a menos que en el seno de la misma dejen de verse como rivales electorales y actúen como un verdadero ejecutivo. Aunque dudo mucho que eso suceda a estas alturas, puesto que en tres años no ha ocurrido, si se obrara el milagro hay muchos informes que se podrían pedir para empezar a trabajar en serio para mejorar Elche. Por ejemplo, un informe de tráfico que estudie la ciudad desde un punto de vista global, en el que se considere la posibilidad de reestructurar todos los accesos al centro, incluyendo en ese estudio una peatonalización más ambiciosa que la propuesta, pero más racional y sopesada. U otro, sobre la misma materia, que establezca si realmente un desvío del tráfico por la calle Alfonso XII supone, por sí mismo, una reducción de los índices de contaminación atmosférica y acústica en la ciudad, o todo lo contrario.

En fin, temática para informes hay mucha, pero no querrán que les hagamos el trabajo, ni el programa electoral. De modo que mejor volver a la ornitología y cada mochuelo a su olivo, que no quiero ser pájaro de mal agüero, porque con estos pájaros nunca se sabe y acaban disparándole a las escopetas.