Anda por todas las redes sociales. Se puede ver por los numerosos periódicos digitales. Se vio en todos los resúmenes de las noticias deportivas de la noche. Se vio en directo en el Juventus Stadium. Un gol para la gloria. Un gol que vale una foto para la posteridad. Cristiano ha entrado por derecho propio en el olimpo de Pelé, Di Stéfano, Puskas, Cruyff, Zidane, Maradona, Ronaldo o Messi. Aquél asombroso gol no marcado por Pelé desde el centro del campo, el del taconazo en el aire de don Alfredo, los zapatazos del húngaro en la final de Glasgow, el del holandés volador estirando hasta lo imposible su pierna, la volea de Zidane, o los de largo recorrido de los argentinos y el del Ronaldo gordito. Y ayer para todo el universo futbolístico, la chilena galáctica de Cristiano ante una de las mejores defensas del orbe y ante un Buffon en retirada, que junto a Casillas ha mandado en la portería durante lustros.

Un vuelo que le elevó hasta rebasar los dos metros y enganchar el balón allá arriba, donde solamente habitan los dioses del balompié, que entró en el nido de Buffon como una exhalación ante el asombro del portero y todos los que merodeaban por el área italiana, que como estatuas quedaron viendo el espectáculo de la chilena del as madridista. El orgulloso, el soberbio, el vanidoso, el altivo, el antipático, el para algunos chulo, fue ovacionado por el antiguo Delle Alpi, hasta el Comunale vibró, rindiendo homenaje al gol de espléndida factura, y al animal que se elevó hasta lo indecible para inmensa alegría de los más de dos mil hinchas madridistas ubicados en el estadio turinés, cuna del equipo más glorioso italiano con permiso de los lombardos. Todo el Piamonte aplaudió la hazaña del goleador portugués, que en un gesto que le honra agradeció con humildad la ovación, que puestos en pie, le dedicaron los tiffossi de la Vecchia Signora. Juntando las manos en el pecho y mirando hacia bajo agradeció Cristiano a todo el estadio el clamor efusivo por su gol para la historia.

La prensa deportiva mundial se rinde ante el «Bicho» de Lama, ante el animal del gol, ante el depredador del área, ante el rey de la Copa de Europa, de la más conocida como Champions. «Es o maior!», titula A Bola. «¿De qué planeta viniste?», reza el titulo de As. «Opera D´Arte», Corriere delle Sport. «CRWOW!», en la Gazzetta. «Sur une autre planète», en L´Equipe, y así un largo etcétera.

Cristiano es el máximo goleador histórico de la Champions, en la presente campaña lleva catorce goles marcando en todos los partidos disputados, tiene el récord en diecisiete dianas, tiene en su haber más reconocimientos y premios individuales que cualquier otro jugador, y con su equipo, el Real Madrid, además de conseguir todos los títulos posibles, han hecho historia de nuevo en la Champions consiguiendo este trofeo en dos ocasiones consecutivas, lo que ningún club había logrado, y por el momento ya están en semifinales dispuestos a batir su propia marca.

Todo esto no se puede conseguir sin ser un futbolista de época, con técnica depurada y condición física excepcional. Pero además Cristiano, o su trasunto en el estrellato futbolístico actual el argentino Messi, son deportistas que trabajan su oficio día a día, que se exprimen en su preparación, que se sacrifican para seguir siendo los mejores. De vidas ejemplares y resultados excepcionales. Y llevamos años viéndolos en nuestra Liga como si tal cosa.