La literatura no deja de ser una verdad que se sostiene sólo en tanto que es compartida por el emisor del mensaje, el escritor, y el receptor, el lector. Este hecho incuestionable significa que las verdades de un texto literario son siempre subjetivas y, por lo tanto, perfectamente cuestionables cuando se confrontan con la realidad. Las obras de ficción siempre navegan en el proceloso océano de la ambigüedad.

La producción escrita se podría calificar, desde ese punto de vista, como La verdad de las mentiras, que es, al tiempo, el título que Mario Vargas Llosa le dio a una recopilación de ensayos, publicada por primera vez en 1990 y reeditada y ampliada en 2002, en los que diserta sobre el componente de ficción que existe en la literatura. La recopilación versa sobre novelas publicadas entre 1902 y 1994, y su elección se basa estrictamente en los gustos personales del autor.

En cualquier caso, esa subjetividad que caracteriza a la literatura lleva a que a nadie importe si lo que se relata es cierto o falso. En realidad, en palabras del propio Vargas Llosa, «si las novelas son ciertas o falsas importa a cierta gente tanto como que sean buenas o malas y muchos lectores, consciente o inconscientemente, hacen depender lo segundo de lo primero. Los inquisidores españoles, por ejemplo, prohibieron que se publicaran o importaran novelas en las colonias hispanoamericanas con el argumento de que esos libros disparatados y absurdos -es decir, mentirosos- podían ser perjudiciales para la salud espiritual de los indios».

Desconozco si los concejales de nuestro ayuntamiento leen tanto más o menos que los indígenas mesoamericanos en la época colonial, pero lo que sí queda patente es que el relato que realizan de los hechos que acontecen en la ciudad, especialmente durante el transcurso de los plenos, es digno de la imaginación más feraz. El problema es que, como decía al principio, la literatura, el discurso político en este caso, es una verdad que sólo se sostiene cuando es compartida por el emisor ? los portavoces de los grupos municipales- y el receptor ? los ciudadanos-. Pero parece que hace muchos meses que los primeros viven en una realidad paralela y totalmente ajena para los segundos.

Esa es al menos la sensación que me dio el relato de los hechos que la prensa recoge del pleno del Ayuntamiento de Elche del pasado lunes. Cada vez que el PSOE habla del nuevo Mercado Compromís comienza el relato de Rebelión en la Granja, de Orwell. Pero es que, con el asunto de la peatonalización de la Corredora, resulta que también Pareja se ha unido a la rebelión, oponiéndose a los planes de sus socios en el tripartito con unas explicaciones dignas de Asesinato en el comité central, de Vázquez Montalbán. Parece que la proximidad de las elecciones hace más cómodo instalarse en la oposición, pero sin renunciar a los pingües privilegios que otorga ostentar el poder.

Por su parte, el partido que con sus votos ha apuntalado al Gobierno municipal, permitiendo, año tras año, la aprobación de los presupuestos, reniega de los planes que se incluían en esas mismas cuentas municipales y se desdice de todo. Va a ser necesario borrar por completo la hemeroteca, como en 1984, también de George Orwell, para que su relato tenga alguna verosimilitud.

Si hablamos de Ilicitanos por Elche, su fondo y su trasfondo podría resumirse con las mismas palabras que la censura franquista utilizó para calificar la primera obra de Ionesco (uno de los máximos representantes del teatro del absurdo), La cantante calva: «Todo se reduce a diálogos de humor moderno ?codornicesco- entre un matrimonio que invitó a comer a otro y se comió la comida antes de la llegada de los invitados. Se cuentan fábulas. Interviene un bombero para decir toninadas, y acaban todos perfectamente imbéciles. Valor puramente literario: ni asomo. Valor teatral: para perturbados. Matiz político: no. Matiz religioso: no. Juicio general que merece al censor: Seguimos ignorando quien es este Ionesco y si es anterior a Tono (relevante humorista, dibujante y escritor español. Colaboró en la famosa revista de humor gráfico La Codorniz) o posterior. Sin embargo, nuestro Tono, comparado con él, es William Shakespeare».

En cuanto al Partido Popular, éste vive instalado en un Bildungsroman, término que se puede traducir literalmente por «novela de formación». La temática de los Buldingsroman describe la evolución física, moral y psicológica de un personaje desde sus aprendizajes juveniles ( Jugendlehre), los años de peregrinación ( Wanderjahre), hasta el perfeccionamiento ( Läuterung).

En resumen, un año largo hasta las elecciones que, desde el punto de vista periodístico, va a resultar muy, pero que muy, entretenido.