La transparencia, en la actuación de cualquier Administración Pública es uno de los grandes logros de la democracia en los últimos años. No está siendo fácil su implantación en los distintos órganos de gestión y representación. Existen muchas resistencias para su plena aplicación. Tal vez por ello se ha necesitado promulgar leyes, reglamentos y normas de desarrollo, así como crear responsables de impulsar y garantizar la aplicación del principio democrático.

Curiosamente, han proliferado más rápidamente los órganos dedicados a la transparencia que la plena aplicación de la misma. Hay entes estatales y autonómicos dedicados a la materia desde hace unos años. Y en casi todos los Ayuntamientos existen concejalías de transparencia. En Elx también. Y en el Govern Valencià, hay un conseller de Transparencia y consejos asesores y otros de participación en la materia. En definitiva, hay todo un entramado bien dispuesto a garantizar ese derecho ciudadano. Y, en cambio, como dice el refrán: «Feta la llei, feta la trampa», (Hecha la ley, hecha la trampa).

La transparencia, para ser efectiva, tiene que ser real y general, no puede ser parcial y selectiva. Eso sí sería aplicarla con trampa. Y sería mucho más exigible en aquellos ayuntamientos que declaran ser progresistas y participativos. Y no digamos si, encima, el alcalde, como es el caso de Carlos González en Elx, preside la Red de Entidades Locales por la Transparencia y Participación Ciudadana, de la Federación Española de Municipios, que, entre otros, se marca en sus objetivos generales a la ciudadanía / sociedad lo siguiente: «Facilitar el ejercicio de los derechos de acceso a la información y de participación a la ciudadanía y a la sociedad, en el ámbito local, buscando implicación y compromiso con la acción pública».

Aquí podría aplicarse aquel otro refrán que dice: «En casa de herrero, cuchara de palo». Las esperanzas de que, con las elecciones de 2015 y el nuevo equipo de gobierno de PSOE y Compromís, la transparencia fuera una realidad en el Ayuntamiento ilicitano, aunque ha mejorado respecto a la etapa del PP, sigue siendo una asignatura pendiente, especialmente cuando se trata de asuntos importantes y conflictivos.

Sin duda que el tema del Mercado Central es el ejemplo más claro de esa transparencia selectiva. Las dificultades que le pusieron a colectivos como Ágora o Salvem el Mercat para acceder a parte del expediente fueron increíbles. Un desprecio absoluto. Y tener que recurrir al Síndic de Greuges y al conseller de Transparencia para poder ver parte de un documento público. Y eso que era sobre un tema en el que, se supone, los dos partidos que gobiernan estaban en contra de que continuara. Y tuvieron que ser los colectivos antes citados los que confirmaron algo tan grave como es la inexistencia del estudio de tráfico al que hacía referencia el PRI del proyecto, en vez de hacerlo el equipo de gobierno.

Aunque hay que reconocer que el colmo de esa transparencia selectiva se demostró la semana pasada. Que un alcalde de Elx, que preside el órgano municipal estatal que debe impulsar la transparencia y participación pública, le dificulte el acceso a sus ciudadanos a la documentación, que está en el Ayuntamiento, y que trata de un tema en el que él, de acuerdo con sus promesas electorales de 2015, debería también estar interesado en aclarar, no tiene justificación. Pero que lo haga con su socio de gobierno, Compromís, al que le debe ser alcalde a pesar del resultado electoral más bajo de la historia del PSOE, es de nota.

Hace un año, de nuevo Salvem el Mercat, ante la pasividad municipal, denunció ante Icomos, órgano asesor de la Unesco, la posible afección al Misteri y a la Acequia Mayor del Pantano, que riega el Palmeral histórico declarado Patrimonio de la Humanidad, ante el aparcamiento de más de 300 plazas allí proyectado. La denuncia surtió efecto y el requerimiento llegó al Ayuntamiento para su contestación, aunque nadie dijo nada de ello, en una muestra de esa transparencia selectiva que aquí se practica, y es entonces cuando Compromís pregunta al alcalde y, el pasado viernes, éste reconoce que el requerimiento llegó, hace más de dos meses, y se ha preparado un informe al respecto. Y todo ello sin decir nada a su socio de gobierno, ni al colectivo denunciante ni, por supuesto, a la ciudadanía.

En definitiva, una transparencia con demasiados claroscuros y, en según qué temas, tan oculta como los refugios que, para disgusto de algunos, se están buscando en la zona. Y es que en los mercados siempre se han hecho transacciones comerciales y, ahora, políticas.