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Crítica de teatro

Tradición operística

La ópera Norma, en el Teatro Princial de Alicante

Norma

Teatro Princial de Alicante

De Bellini. Orquesta y coro de la Ópera Nacional de Moldova.

Tres estrellas

La tragedia lírica romántica se basa en Norma, ossia l'infanticidio, de Louis Alexandre Soumet. Sin embargo, el libretista del compositor Vincenzo Bellini, Felice Romani, hizo cambios y el personaje central no mata, como sí lo hace Medea, a sus hijos, fruto de su idilio con el emperador romano Pollione. Esto sucede en las Galias, durante la ocupación romana (siglo I antes de Cristo). La suma sacerdotisa de los druidas sufre un desengaño porque él siente interés por una sacerdotisa joven. Un triángulo amoroso con el trágico final de Norma, estrenada en 1831 con el concepto musical y dramático de Bellini, cuyo carácter melódico, lleno de pasión y sensibilidad, se pone al servicio de las sentimentales intrigas, del asunto del honor y de la grandilocuencia como en tantas óperas. La elegancia del drama, que ha dirigido Iuri Matei, es palpable, al igual que ocurre con el frecuente estatismo, la falta de agilidad y el alargamiento de unas escenas bien interpretadas por los artistas internacionales. La soprano Mariana Ortiz es de Venezuela y asume uno de esos grandes personajes femeninos de la historia de la ópera. Tiene una moldeada voz que le permite hacer ciertas florituras. Pero el hondo sentimiento y la expresividad emocional de Norma no consiguen la temperatura más adecuada. El tenor italiano Simone Frediani posee una fuerza vocal que inunda a los espectadores, e interpreta al pecaminoso romano, que no es un bribón, sino un hombre débil convertido en héroe posteriormente. La soprano dramática Rodica Picirenau, de Ucrania, atesora una vigorosa amplitud musical y más dotes interpretativas. El bajo Iuri Maimescu es de Moldavia y expresa la grave sonoridad de su gran registro. La plegaria de Norma a la diosa de la luna, el dúo entre ambas mujeres, otros dúos, las individualidades, la orquesta, dirigida por Nicolae Dohotaru y el coro de la Ópera Nacional de Moldova, reivindicando libertad, transmiten la invención melódica de Vincenzo Bellini con belleza. La caracterización ambiental sugiere. Y sobresale el final envuelto en rojo y humo que simboliza una hoguera.

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