La desaladora de Torrevieja ha sido utilizada por la ministra Sra. García Tejerina como si de una embajada del Gobierno de España se tratase. El territorio ocupado físicamente por una embajada se considera territorio propio del país que representa, por eso, por ejemplo, Julian Assange lleva años residiendo en la embajada de Ecuador en Londres. Al parecer Tejerina en un acto de cobardía impropio de una ministra de España ha preferido quedarse en el territorio de esta «embajada» y lanzar sus proclamas desde dicha infraestructura, no acudiendo a la sede de la soberanía popular torrevejense: a su Ayuntamiento. Desprecio mayúsculo, sin precedentes, a todos los torrevejenses.

A escasa distancia de esta improvisada sede diplomática, se encuentran los despojos del inacabado Paseo del Dique de Poniente, del no iniciado Paseo del Acequión o las obras no recepcionadas de la reurbanización del barrio de San Roque, todas ellas obras que está obligado a ejecutar el Gobierno de España a través de la empresa estatal Acuamed que construyó la desaladora.

Se ve que a la ministra le espantaba tener que dar explicaciones del porqué los primeros interlocutores que tuvo el gobierno municipal con Acuamed acabaron pocos días después detenidos por la policía en uno de los tantos casos de corrupción que asolan al Partido Popular. Durante más de un año el Ayuntamiento de Torrevieja no encontraba siquiera un interlocutor de Acuamed, quién debe ejecutar esos tan necesarios proyectos comprometidos como compensación por la construcción de la desaladora.

Debe ser más sencillo para esta señora el pretender denigrar al gobierno local, y a su alcalde, desde la tranquilidad de las notas del ministerio. Supongo que para mentir es mejor no estar cara a cara, son célebres ya los tics de determinados personajes públicos cuando faltan a la verdad.

El pasado día 7 en Madrid ya constaté que esta ministra no es de talante arrojado. No salió al balcón del Ministerio que gestiona cuando miles de regantes del Levante le pedíamos agua para la huerta de Europa. Ahora, con su encierro en la desaladora reconvertida en embajada, ha ratificado la cobardía, la falta de respeto y la incapacidad manifiesta para solventar los problemas que la corrupción de su partido nos han traído a todos los torrevejenses.

Si este verano siguen sin poder pasear por el dique de poniente acuérdense de aquella Isabel que vino y se ocultó en el interior de una desaladora demonizada por el partido popular y que hoy se ha demostrado es parte de la solución a una sequía galopante.