En mayo de 1942, después de dos alcaldes efímeros ? Santiago Canales Mira-Perceval y Antonio Mas Esteve-, el gobernador civil de Alicante, Luis González Vicén, nombró como alcalde de Elche a Jesús Melendro Almela, un teniente del ejército de ocupación -nunca mejor dicho- que mandaba las tropas acuarteladas en la ciudad, tropas responsables de la custodia de los presos políticos, unos 500 en la cárcel de Altamira y cerca de un millar en la llamada prisión fábrica nº 2 de Candalix.

El nuevo alcalde tenía como méritos propios ser natural de Palencia, haber servido en el ejército vencedor de la Guerra Civil, estar bien visto por el gobernador civil y, una vez aterrizado en Elche, haberse casado con una mujer bastante guapa, hermana además del primer alcalde franquista. El caso recuerda muchísimo al alférez de La Vaquilla, la película de Luis G. Berlanga. Si su cuñado solo estuvo como alcalde entre abril de 1939 y octubre de 1940, Melendro sobrevivió políticamente a su propio mentor y se mantuvo entre mayo de 1942 y marzo de 1947, sustituido por Rogelio Fenoll Tarí, siendo entonces gobernador civil de la provincia José María Paternina Iturriagoitia.

La peor peripecia del alcalde Melendro le vino con el deslinde de Santa Pola, asunto que puede seguirse a través de las actas municipales, actas por cierto muy recomendables como literatura de intriga y suspense. El Ayuntamiento de Santa Pola planteó al de Elche, en septiembre de 1942, la ampliación de su término municipal, lo que afectaba a las pedanías de Las Bayas, Valverde Bajo, Balsares y La Marina. Como es natural, el Ayuntamiento de Elche se negó tajantemente «toda vez que la línea divisoria entre ambos términos es sobradamente conocida». Solo que, al mes siguiente, Luis González Vicén, se puso al lado de Santa Pola y mandó un telegrama en el que aconsejaba al Ayuntamiento de Elche que diera satisfacción «a las justas pretensiones de Santa Pola». Que el gobernador civil tomara partido de esa manera es difícil de entender - ¿qué hubo a cambio?-. Sin embargo, tiene más fácil explicación por qué todavía hoy el paseo de la playa de Levante lleve el nombre de aquel gobernador civil tan considerado con la villa marinera.

La Corporación ilicitana mostró su firme propósito de «oponerse por todos los medios legales a la desmembración del término municipal». En mayo de 1943 se formó una comisión para la cuestión del deslinde con el alcalde, su cuñado Santiago Canales, José Picó Ripoll, Francisco Picó Ripoll, Carlos Antón Antón, Mariano Valiente Gálvez ?el entonces secretario del Ayuntamiento- y Antonio Serrano Peral.

En marzo de 1944, otra comisión de notables formada por Antonio Ripoll Javaloyes, Antonio Brotons Oliver, Tomás Alonso Blasco ?alcalde unas cuantas veces entre 1899 y 1923-, Antonio Serrano Peral, el alcalde y varios concejales fueron a Madrid con la intención ya no de oponerse sino al menos negociar con Santa Pola, cuando el asunto estaba ya en manos del Consejo de Estado. Hubo además que pagar en Madrid a un despacho de abogados para que defendiera la causa. Al final, Santa Pola consiguió todo el territorio solicitado. El último debate vino porque la Corporación ilicitana pidió, casi por caridad, que al menos la ermita del Tamarit quedara dentro del término municipal de Elche, pero, ya puestos, tampoco se atendió la súplica. El Ayuntamiento de Elche sí tuvo que atender el requerimiento para pagar una parte de la medalla a los muchos méritos que la provincia de Alicante concedió a González Vicen.

España era por entonces una unidad de destino en lo universal, pero pasaban cosas muy raras.