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Mariola Sabuco

A río revuelto

Mariola Sabuco

Echávarri y su peor enemigo

Gabriel es nombre de ángel, pero de nada le ha servido a Echávarri. Su carácter, su impulsividad y sus venganzas particulares son los que le han colocado en la triste situación en la que se encuentra: doblemente procesado y a las puertas de apertura de juicio oral por presunta prevaricación y por abuso de poder al despedir a la funcionaria interina cuñada de Luis Barcala, como venganza porque el portavoz del PP le había denunciado en el juzgado por el fraccionamiento de contratos en Comercio. No hay nada peor. Para un político y para un abogado, como es su caso. Por eso tenía que dimitir, porque su situación era insostenible, aunque él no lo ha querido ver, y porque los alicantinos hace tiempo que le habían vuelto la espalda, dándole por perdido, por un caso sin remedio y un accidente malhadado en la Alcaldía alicantina, continuador de los peores momentos de Luis Díaz Alperi y Sonia Castedo. A lo largo de los dos años y nueve meses como alcalde, los alicantinos han conocido a un Echávarri, ignoro si al verdadero, con salidas de tono, broncas y traiciones con sus socios en el tripartito, con continuas ocurrencias, peleas y desplantes vehementes con quienes discrepan con su forma de pensar o actuar. El peor enemigo de Gabriel Echávarri ha sido él mismo y con perseverancia se ha conducido hasta el desastre final, aunque él no quiera verlo, porque la autocrítica nunca ha sido, en este tiempo, su punto fuerte. Pero no solo él es responsable de la situación tan rocambolesca en la que se encuentra Alicante, con un alcalde que ha dimitido en diferido para el 9 de abril. El PSPV no ha sido capaz de configurar una candidatura seria y sin problemas en la ciudad de Alicante desde los tiempos de José Luis Lassaletta. Es responsable de permitir los manejos de Ángel Franco que solo piensa en clave interna de poder en el demacrado socialismo alicantino y no en el bien general de la ciudad de Alicante. Los alicantinos no sabían cómo era Echávarri, no le votaron para ser su alcalde, ya que solo logró seis ediles, el peor resultado electoral de los socialistas, pero en su partido sí sabían que su carácter combinado con el poder podía ser algo explosivo. También son responsable Guanyar Alacant y Compromís, porque fueron estas fuerzas políticas quienes le hicieron alcalde y con él gobernaban mientras se cometieron los desmanes que le han llevado a estar doblemente procesado por la Justicia. Miguel Ángel Pavón y Natxo Bellido sabían del carácter de Echávarri y lo sostuvieron hasta que seguir haciéndolo les resultaba incompatible con sus expectativas electorales para los próximos comicios en 2019. La necesidad electoral de Ximo Puig de intentar no perder más votos para su candidatura en Alicante es lo que le ha llevado a actuar ahora, pese a que no se cumple el precepto que ha venido defendiendo hasta ahora, la apertura de juicio oral. Gabriel Echávarri ha caído por sí mismo, pierde mucho a nivel político y seguro que a nivel personal, pero nada en comparación con el tiempo perdido que lleva acumulando durante décadas la ciudad de Alicante por culpa de sus alcaldes y los partidos que les nombran.

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