Se cuenta que en una reunión de escritores y cineastas varones en algún restaurante de Madrid a finales del XX, uno de los participantes preguntaba con sorna algo semejante a qué se puede esperar de un ser que sangra durante varios días y no se muere.

Es innecesario documentar detalles del contexto en que se profiriese una afirmación que parece propia de pubescente de pocas luces y dudoso gusto y que ejemplifica cómo hasta la cabeza más talentosa puede incurrir en lo más bochornoso. Se halla en la línea de letras de reggaeton o de cierta conversación telefónica de un miembro de ERC filtrada recientemente.

Claramente la chanza tertuliana hay que contextualizarla: posiblemente proceda del acervo de refranes chusqueros populares y la finalidad de sacarla a colación no fuese estereotipar negativamente a medio mundo, sino únicamente crear camaradería (cada uno la crea como puede). Sea como sea, no disminuye nuestra admiración por algunos de los libros y películas de los supuestos partícipes y reidores.

A quien dijese aquello y a quien le riese la gracia, se les pasó neciamente por alto que su propia existencia es, en última instancia, resultado de un ciclo que, de no producirse una concepción, finaliza ?precisamente? en ese sangrado inocuo que el chascarrillo chusquero identifica como síntoma inequívoco de la vileza congénita de medio mundo. El asunto secretorio incluye, además, un tejido del mismo tipo del que concurrió en su día, entre otros elementos, para posibilitar la gestación de esos escritores y cineastas (y la de todo el mundo). En consecuencia, siguiendo la «lógica interna» de la antropológica sentencia, se concluye que la Naturaleza tiene unas disposiciones zafias y que una especie de roña secretoria vital universal nos concierne irremisiblemente a todos: a sangradoras, a no sangradores y a esos contertulios (quienes es de suponer habrían preferido surgir espontánea y elegantemente de la cabeza de Zeus, sin materia orgánica, pérfidos seres, ni cosas de esas turbias de por medio).

Ironías aparte, no entusiasman los detalles de enciclopedia médica del párrafo anterior. La finalidad de incluirlos es ilustrar la siguiente contradicción. Lejos de prestarse a exaltaciones, el ciclo periódico de las mujeres en edad reproductiva y una de sus posibles fases (la menstruación), han sido tradicionalmente acicate de categorizaciones despreciativas, pero el hecho es que la existencia es posible en virtud de ese ciclo. Dicha paradoja subyace a muchas formas tradicionales de representación y estereotipia desdeñosa de la mitad de la población del mundo en razón de su fisiología; una fisiología que posibilita la existencia, incluida curiosamente la de los que desdeñan. Cría cuervos.

Esa paradoja ha estado tanto en el imaginario popular (el caso del chiste que amenizó aquella tertulia), como en el discurso culto (desde Aristóteles o Agustín de Hipona, hasta Kierkegaard y más allá; conste que no se está por ello demonizando a estos autores tan relevantes en la Historia Cultural). Esa paradoja también explica el malestar que sigue causando El origen del mundo de Gustave Courbet a algunas personas.

La fisiología se tomó durante siglos como pretexto para inventar una supuesta inferioridad y justificar la desigualdad (así sigue siendo en algunas sociedades); del mismo modo que una pigmentación o fisonomía concretas proporcionan a un racista el pretexto para la estafa de su racismo y de sus imaginaciones supremacistas.

Las que sangran mensualmente sin morirse y las que lo hicieron en etapas previas de sus vidas, conforman aproximadamente la mitad de la población del estado y contribuyen a su sostenimiento, independientemente de que se reproduzcan o no, de que coticen o no. El pasado 8 de marzo, miembros de esa mitad y hombres que las apoyaron, solicitaron justicia retributiva, integridad física y representación digna y proporcional en ámbitos institucionales, directivos, académicos, mediáticos. El movimiento por la igualdad no es de odio, confrontación, victimismo, o revanchismo histórico, aunque sus detractores así lo presenten. Es inclusivo y constructivo e interpela por igual a hombres y mujeres de todo tipo para conseguir una sociedad mejor. Posiblemente siempre persistirán sectores contrarios a la plena equiparación de responsabilidades y derechos o que cuestionen si hay motivos para defender la causa feminista (ignorando u obviando todo tipo de evidencia, desde disparatadas brechas salariales hasta las decenas de feminicidios anuales), pero ello no debe inmovilizar el avance hacia la dignidad con el que la mayoría sí parece estar de acuerdo.

El ordenamiento jurídico y la sociedad actuales no son los de hace décadas o siglos, pero persisten casos de desigual reparto de visibilidad y honores. En el ámbito de la cultura y la comunicación, quedan pendientes (entre otros) el debido reconocimiento a Concha Espina; la exposición en las salas de El Prado de las pinturas realizadas por mujeres que están almacenadas en los depósitos de dicha institución; el incremento del raquítico porcentaje de obras de féminas expuestas actualmente en el Reina Sofía (se estima un 10%), para que pueda a reflejar el panorama artístico real del Arte Moderno. Está pendiente que Radio 1 de Rtve deje de permanecer ajena al hecho de que las mujeres también se gradúan en Facultades de Ciencias de la Información y también pagan impuestos (con ellos se financia el medio). Actualmente todos los programas diarios de dicha cadena están dirigidos y locutados por hombres.

En cuanto a los chistes casposos de tertulias de escritores y cineastas, nos hacen reír también a nosotras. Realmente son lo de menos.