Nuestros agricultores, los del Levante, los valencianos, los de la Vega Baja, los de Orihuela, han llegado a una situación más que crítica para hacer frente a esta cruel sequía que se está llevando por delante años de trabajo y esfuerzo ante la falta de agua que paradójicamente nos inunda y nos ahoga.

Y es que hace tan sólo dos semanas, la voz de nuestro alcalde, Emilio Bascuñana, la de mis compañeros de equipo de gobierno y la mía propia como concejal de Medio Ambiente se unían a las reclamaciones de agua en una manifestación nacional celebrada en Madrid. Una vez más, nos posicionábamos del lado de los regantes porque nos necesitan. Necesitan tener cerca a sus responsables políticos y a sus instituciones pues es nuestra responsabilidad trabajar por sus intereses y confían en nosotros, y en nuestra capacidad de diálogo, para solucionar sus problemas.

Precisamente, Orihuela es una ciudad que cuenta con un gran sector agrícola y agroalimentario, en los que hemos realizado una gran apuesta para ponerlos en valor y posicionarlos internacionalmente, pero ese trabajo dejará de tener sentido si la agonía de nuestros campos se prolonga durante mucho más tiempo y continuamos vagando por el desierto.

Demandamos medidas inmediatas y a corto plazo que den aliento a la cosecha de este año, pero por encima de todo, medidas a medio y largo plazo que nazcan del consenso político integral, que busquen soluciones para el futuro y evitar así el fin de la huerta de Europa. Nuestra huerta.

Hoy conmemoramos el Día Mundial del Agua, y desde la Concejalía de Media Ambiente trabajamos diariamente por el cuidado de nuestro entorno natural en el que el agua es un factor esencial para su subsistencia.

Ha llegado el momento de analizar la realidad y actuar en una cuestión que nos preocupa realmente y que nos debería de preocupar a todos por igual. Agricultores o no, solo por el hecho de ser oriolanos, vecinos de la Vega Baja o valencianos, el agua es cosa de todos.

Si nos creemos esta idea (el agua es cosa de todos), seremos más fuertes para conseguir lo que llevamos años reclamando «Agua para todos». La necesitamos, la reclamamos, y disponer de ella puede suponer la salvación de nuestro medio ambiente.

Bailar la danza de la lluvia no será necesario si antes las instituciones y las administraciones alcanzan los acuerdos necesarios y establecen entre sus prioridades salvar el Levante español de este desierto que ni si quiera vislumbra ahora mismo un oasis a corto plazo.