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Sublime Stephen

Más allá de un gran físico del cosmos, un soberbio divulgador científico y un libretista de la gesta humana -que proponía continuase en el espacio planetario- Stephen Hawking era una metáfora viviente. Metáfora es algo nacido del discurso pero exterior a él, que lo vivifica o modifica, un reflejo o desdoblamiento que ilumina la escena. Pero a veces es también la síntesis ilógica de un concreto estado de las cosas, una representación no representativa, una plasmación directa del sentido no vinculada a un razonamiento. Hawking era una metáfora del hombre moderno (fáustico), entendido como voluntad de superación de sus propios límites y fautor de progreso. En su dimensión plástica, el hombre-metáfora expresaba esa voluntad en el contraste entre un cuerpo descoyuntado e informe y una mente tan bella y poderosa que lo redimía por completo. Tal vez haya sido el más grande de su tiempo.

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