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No miremos al dedo de Trump

Otro punto de vista para evaluar la política del presidente de los Estados Unidos

Propongo que observemos la actuación y la política de Donald Trump desde un punto de vista menos espectacular, aunque considero esto como una paradoja. Creo que la figura del actual presidente de Estados Unidos debemos verla desde otro ángulo. Fijémonos en ese cuento budista que dice que "cuando el sabio señala la luna, el necio mira el dedo". Necios no somos pero quizá miremos al punto equivocado o al sitio incorrecto. Después de un año ejerciendo el mando y tras su polémica trayectoria profesional, sobre todo en su inclinación al espectáculo, da la impresión de que el presidente de Estados Unidos no ha sido elegido sólo por un electorado ignorante o no consciente de los posibles resultados. Los lobbies económicos del país más poderoso del Planeta ganaron una competición que les trae bastantes beneficios. Muchas grandes corporaciones que aparentan no estar de acuerdo con la trayectoria de Trump siguen sin hacer nada para corregirla. Y tienen poder para lograr que la cambie. Pero interiormente no les desagrada esa política, aisladora a corto plazo€ Puede que la poderosa industria armamentística disienta en cuanto a la por ahora solo anunciada ruptura del pacto alcanzado por Barack Obama con el régimen iraní, que aplaudió gran parte de la comunidad internacional. También ciertos productores de petróleo tengan dudas sobre la ruptura de ese acuerdo con el régimen de Teherán. Y por supuesto gobiernos de religión oficial suní, que ven en el compromiso una derrota. Pero la gran mayoría de las compañías, de la sociedad, de la política y del sistema económico mundial lo vieron con buenos ojos, lo aplaudieron y aprobaron con ansiedad. Como unas cortapisas a las hostilidades o como una apertura a la normalización de relaciones entre dos mundos que impedían una comunicación. Cuando Trump anunció el traslado de la embajada estadounidense a Jerusalén el mundo parece que miró al dedo del inquilino de la Casa Blanca. Cuando el presidente de Estados Unidos habló de unos "países de mierda" volvieron a dirigirse muchas miradas al dedo del magnate/presidente. Ya antes, durante y después de la campaña que lo llevó a la presidencia mucha gente miró al dedo de Donald Trump cuando dijo que construiría un muro entre México y Estados Unidos, que prohibiría la entrada al país de residentes en varios estados árabes, que no quería que las industrias norteamericanas llevasen sus factorías al extranjero€ Pero mirar al dedo te distrae y no ves la luna. Y en la luna está el enriquecimiento del propio Trump y de las corporaciones que le alzaron al triunfo electoral. Y mientras el Partido Republicano amenaza pero no da contra los presuntos desmanes de su triunfante candidato, el presidente va mostrando cada vez con menos disimulo su afán empresarial y el de sus protectores multinacionales, a los que va haciendo cumplir su propósito endogámico. Por ejemplo, Apple, la mayor compañía cotizada en el mundo, con más de 250.000 millones de dólares ganados fuera de EE UU, promete "repatriar" casi 40.000 millones de dólares en impuestos al fisco local, no en los países donde los gana. Por ejemplo, grandes fabricantes de armamento norteamericanos, con el endurecimiento de la situación en Oriente (Palestina, Irán, los afanes bélicos de los jóvenes mandatarios que surgen en Arabia), vuelven a las magnas ventas que tuvieron durante el mandato de George W. Bush. Por ejemplo, Trump arremete contra el sistema sanitario británico para desviar la mirada a su intento de destruir el Obamacare o protesta porque los demócratas no aplaudieron su discurso de la Unión o intenta distraernos con la "guerra fría" con su mujer. Todo para que se mire al dedo y no a la luna. Mientras tanto va cumpliendo su programa. Aranceles industriales, presentación del prototipo de muro para la frontera con México€

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