El conflicto en Cataluña es uno de los grandes problemas que abocan a la sociedad española, junto con otros, a plantearse la reforma de la Constitución. Ya la cuestión territorial fue un factor fundamental que determinó el marco constitucional en 1978, y que dio origen a esa forma peculiar del Estado Autonómico que se ha ido desarrollando hasta nuestros días. Un modelo territorial que muchos consideran superado, rebasado, deficiente y necesitado de una reforma urgente en términos de una vía hacia el federalismo.

Ahora bien, ¿qué se entiende por federalismo? Bueno, definir qué es el federalismo es muchas veces una cuestión de gustos, de subrayar una u otra característica de una categoría que, como todo el mundo sabe, tiene múltiples caras y no se deja determinar claramente. Muchos juristas, metidos a políticos, dejan volar la imaginación y se apuntan, por inercia o desconocimiento, a unos modelos u otros, creyendo que con eso su labor está justificada. Pero la adhesión al federalismo no es una opción abstracta ?porque no hay un solo modelo a qué atenerse.

Si lo que se quiere es encontrar inspiración en diferentes experiencias federales para trasladar a España instrumentos que nos permitan perfeccionar nuestro sistema autonómico actual, y dar solución a los graves conflictos que la sociedad española tiene planteados en este terreno, hay que ser humildes y empezar por desbrozar lo que funciona mal en los federalismos actuales ?para no copiar lo que funciona mal- y explorar a fondo lo que se puede hacer desde nuestra propia experiencia. Empezando por reconocer que, en España, por razones bien conocidas, el federalismo no suena bien, pues se conecta en el imaginario colectivo, no como un factor unidad, sino de desintegración. ¿Es posible transformar esto ?pues el espíritu del federalismo significa pacto de confianza y lealtad, de unidad entre las diferentes partes de un cuerpo político - en un horizonte posible y deseable para España? Yo creo que sí, siempre que se hable con claridad y mirando de cara a los intereses y deseos de la ciudadanía.

No creo, por ejemplo, que podamos aprender nada que nos interese del federalismo competitivo norteamericano, totalmente asimétrico pese a las apariencias constitucionales. Se trata de un federalismo esencialmente antidemocrático en muchos sentidos, donde la producción legislativa de los Estados se caracteriza por social dumping, con una permanente conspiración en favor de las zonas rurales y con distritos electorales manipulados, donde las minorías son literalmente arrasadas de modo, for ever, irreversible, etc.

El federalismo norteamericano es la antítesis del alemán, pues carece de una distribución concreta de competencias. Pero tampoco el alemán es perfecto, ni mucho menos, por más que seduzca a la legión de germanófilos que existe en nuestro país. Aunque tiene semejanzas ?sobre todo en el nivel jurídico- con nuestro sistema constitucional, es un federalismo que opera sobre una homogeneidad cultural y lingüística que ni de lejos existe en España.

Porque se podría distinguir entre federalismos cultural e históricamente homogéneos y otros, como España, que nunca lo llegarán a ser. Algunos, sobre todos aliados a la causa independentistas, buscan inspiración en el constitucionalismo canadiense, por aquello que permite la celebración de refrendos, aunque no se suele decir que, en Canadá, no existe el derecho de secesión, y que cualquier consulta, independientemente de que se celebre tiene que ser avalada por la Cámara de los Comunes, que es la que decide, previa, en su caso, reforma de la Constitución, en la que vota toda la ciudadanía.

Es decir, examinar la experiencias, sí, pero sobre todo, no perder de vista la nuestra propia, que es de donde hay que arrancar. Nosotros tenemos un problema muy especial para dar forma a un federalismo cooperativo y leal (porque en todo federalismo hay una norma escrita que permite sancionar la deslealtad, la vulneración de la Constitución del pueblo soberano). Y este problema es que a los nacional/secesionistas de Cataluña y probablemente a otras fuerzas nacionalistas no les gusta un sistema federal, por lo que implica de fortalecimiento de la unidad del Estado y de racionalización de los poderes correspondientes. ¿Entonces, qué?