El jueves 8 de marzo de 2018 será una fecha que recordaremos en Elche durante mucho tiempo. Como aprendiz de historiador, jamás había visto tanta gente en una manifestación como la que tuvo lugar con motivo del Día Internacional de la Mujer (recuerdo que la primera que vi fue en la Navidad de 1975 con medio centenar de personas y un montón de grises).

Unas 15.000 personas se ha escrito que participaron. En mi caso, estuve un buen rato viendo pasar a manifestantes hasta que me incorporé, cuando encontré a mi pandilla de jóvenes sexagenarios (tardé tanto tiempo en verles que pensé que me habían tomado el pelo y que no habían ido). Me encandiló ver a montones y montones de chicas y chicos muy jóvenes, además de a toda la izquierda sin excepción alguna: desde San Justo Linde ?porque hoy vivimos mejor gracias al compromiso social de todos los Justos y las Justas Lindes que en España han sido- pasando por todo el PSOE, UGT, Comisiones Obreras, CNT, Compromís, Podemos?

Me encantaron también las esculturas con delantales, fregonas y mochos que, en algún caso, mejoraron y no poco su nivel artístico. Creo que todas las personas que asistimos nos fuimos a nuestras casas con una sensación de enorme optimismo. Las manifestaciones contra la guerra de Irak en el año 2003 nos dejaron muy buen recuerdo, pero lo del jueves pasado no tiene precedentes. Ojalá sea el inicio de una movilización generalizada para defender valores fundamentales de una sociedad democrática y moderna.

Faltaron las derechas, como era de suponer. Y cabe una explicación muy sencilla que se basa en el profundo rechazo al término feminismo. Por lo visto, ser de derechas es incompatible con ser feminista y de ahí el tremendo desbarajuste que, con ocasión de la celebración del 8 de marzo, se montó en las propias filas del Partido Popular. Uno de los problemas, lo hemos comentado alguna vez, es que la derecha no tiene quien le escriba ?con dos dedos de frente al menos-, aproximadamente desde principios del siglo XX, cuando se murió don Marcelino Menéndez y Pelayo, que al menos hizo una copiosa relación de heterodoxos españoles.

Lo del Partido Popular era de esperar porque sus cabezas visibles están bastante poco amuebladas. ¿Hay alguna persona menos adecuada que Celia Villalobos para representarnos durante décadas? A mí, no obstante, me gusta especialmente el líder del PP en Catalunya. Es verdad que no ha conseguido buenos resultados, pero, si le dan dos o tres oportunidades electorales más, el chico seguro que se sale (más que por la tangente, por Andorra).

En cambio, lo de los Ciudadanos naranjas es más difícil de entender. Se les escapó una oportunidad irrepetible de presentarse como una nueva derecha en la mejor tradición europea ?que no es precisamente la de nuestro tiempo-, pero también parece que les cuesta aceptar que se les relacione con la aceptación del feminismo. ¡Qué escribirían entonces de ellos los Arcadi Espada, Jiménez Losantos y otros guardianes de la caspa!

No hace muchos días, también por razones de edad, fui a la concentración de personas jubiladas que reclamaban una pensión digna. Me supo muy mal verles tan poco acompañados, con una Universidad y unos institutos muy cercanos, cuyo profesorado y cuyo alumnado debía haber abandonado las aulas, aunque sólo hubiera sido por unos minutos, y no sólo por solidaridad, sino también por sentido común.

Ojalá el 8 de marzo de 2018 marque el inicio de un nuevo tiempo. Nos lo recordaba siempre en sus clases el historiador Josep Fontana: no cabe la resignación. Y nos toca movilizarnos todas las veces que sean necesarias. Por la igualdad entre mujeres y hombres, por la sanidad y por la educación públicas, por las pensiones, por los servicios sociales, por las personas dependientes y por todo lo que resulta fundamental para que podamos vivir en un país que no nos produzca vergüenza.