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Mariola Sabuco

A río revuelto

Mariola Sabuco

Yo, también

Yo, hoy, podría ser una ingeniera en Informática. Fue mi sueño de adolescente que quedó truncado porque mis padres jamás consintieron que una chica se fuera sola a Madrid a estudiar. Con un «si fueras chico, sería otra cosa», zanjó el asunto mi padre. Descartada la Informática, me decanté por la Química y hoy podría estar trabajando en una plataforma petrolífera en Venezuela. Me encantaba el craqueo del petróleo. Como cuando firmaba el curriculum con mi nombre completo no me llamaban, opté por probar con solo la inicial de mi nombre y el apellido. ¡Y me llamaron! Pero la alegría duró poco. Nada más estrechar la mano del jefe de personal de la multinacional comprendí que algo iba mal. «Tiene usted muy buen curriculum, pero no puedo ponerla al frente de un equipo. Una mujer tan joven dirigiendo a hombres de mediana edad... no es posible». Solo me quedaba la vía de la enseñanza y, la verdad, no soy buena enseñando. El periodismo se cruzó en mi camino y a un hombre, José María Aguilar, debo todo lo bueno que pueda hacer en una profesión dura y poco reconocida como es ésta. Hoy, cuando ustedes lean estas líneas, yo no estaré en mi puesto de trabajo. Me he sumado a la huelga. No soy podemita ni feminista ni elitista, solo una mujer normal y corriente: hija, hermana, esposa, madre y trabajadora, sobre todo trabajadora. Tengo el privilegio de tener un empleo y poder parar, y lo hago porque quiero un mundo mejor del que yo he tenido para mi hija y las hijas de quienes, por desgracia, no pueden hoy, aunque quieran, secundar una protesta en la que las mujeres queremos visibilizar que ha llegado el momento de que se nos tome en serio, de que se nos respete. Y el respeto se demuestra en que a igual trabajo, igual salario, en que si una mujer quiere optar a un puesto directivo pueda hacerlo con la misma libertad que si decide lo contrario y en que se valoren nuestros méritos, en que ser madres no suponga un hándicap laboral, en que el cuidado de padres e hijos no se vea como una tarea exclusivamente femenina. Somos diferentes a los hombres, pero iguales en derechos. Ojalá el día de hoy se convierta en el punto de apoyo que las mujeres necesitamos para poder mover el mundo de una manera distinta a como se ha movido hasta ahora.

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