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Luis M. Alonso

Rivera y la manada

Sondeos: más volubles que algunas voluntades, marcan la política

Ciudadanos, alentado por los sondeos, se ha lanzado en manada a la conquista del trono del centro derecha. Desalentados por el mismo motivo, en el Partido Popular surgen voces pidiendo a Rajoy que reaccione y tome medidas para evitar un descalabro electoral. Las posibilidades de la izquierda se diluyen, mientras tanto, en el azucarillo nacionalista en un momento de la historia en que para atraer votos hace falta posicionarse a favor de la idea de España o en contra de ella. Rajoy, sin pretender que alguien sospeche que está haciendo algo, no va a hacer nada. Tampoco se va a poner nervioso. La pobreza de la política se explica cuando el mensaje escuálido que transmite está sujeto exclusivamente a unas intenciones de voto que no siempre se corresponden con la realidad. La estrategia la marcan los sondeos, más volubles todavía que las voluntades de quienes los inspiran. Pero no existe otra razón de ser para el tacticismo en los cuarteles de los partidos. Rivera siente cerca el instante y espolea el asalto final, al menos hasta que un nuevo sondeo lo baje del globo en que se ha subido. No parece asustarle que le señalen como el desestabilizador de la legislatura en una circunstancia tan delicada, y tampoco le importa arrimarse a Podemos, pese el escaso rédito que le proporcionaron en un pasado no demasiado lejano las fotos junto a Pablo Iglesias. Rivera es un animal, como otros, capaz de tropezar más de una vez con la misma piedra. El desencanto con la política trae la indecisión del voto, y es esa indecisión la que emite señales poco fiables en los sondeos que definen la estrategia nerviosa y cortoplacista de los líderes que quieren fulminar a Rajoy.

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