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Jorge Fauró

Opinión

Jorge Fauró

Baja el seny, sube el trellat

Al presidente de la Diputación de Alicante, César Sánchez (PP), le rescató ayer un inesperado y esperanzador sentido de la sensatez. Lejos quedan los tiempos en que se le asociaba en primer orden como asesor en Presidencia de Francisco Camps. Ahora, con las tiranteces habituales entre València y Alicante aun dentro del mismo partido (y Sánchez y su presidenta autonómica, Isabel Bonig, difieren en más de un asunto), al también alcalde de Calp le toca convencer a esos electores populares de-toda-la-vida tentados de entregarse a Albert Rivera de que esta nueva era postcorrupción nada tiene que ver con aquel PP con el que sus dirigentes actuales quieren trazar líneas rojas.

Las decisiones adoptadas en relación a las adjudicaciones directas de presupuesto a distintos ayuntamientos de su partido y el reparto del dinero del Plan de Obras de la Diputación (que casualmente dejaba fuera a municipios gestionados por el PSPV y por Compromís), tenían que ver más bien con el PP de siempre, el de la camarilla y el amiguete, el de la apisonadora de la mayoría absoluta de la que Sánchez carece en el Gobierno provincial, el PP que no sale de los juzgados; y nada se parecía a estos nuevos bríos a los que los populares tienen la obligación de acogerse si quieren parecer creíbles.

La principal razón de existir de las diputaciones pasa, precisamente, por la cobertura presupuestaria a las localidades de su demarcación, sobre todo las de menor población y recursos económicos. El mandatario provincial ha hecho bien en no esperar a que el asunto se enfangara y ha consensuado el Plan de Obras con la oposición. Rectificó y es justo reconocerlo, por más que cueste alabar lo que es sencillamente democracia. En Cataluña lo llaman seny y vive horas bajas. Al sentido común, en Alicante le dicen trellat, y parece que aún nos queda algo de esto.

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