Que Quini era un tipo ejemplar, humilde y entrañable ya lo sabe todo el mundo, yo quiero resaltar también su faceta de bromista cuando era delegado del Sporting. En los viajes a mí me gustaba el cachondeo y era un poco canalla, me llevaba caretas para gastar bromas y a Quini también le iba mucho el tema. Me acuerdo que en una vez le metió un ratoncito a Pablo de Lucas en el bolsillo del pantalón y se llevó un susto de muerte. Pero la mejor anécdota con él fue un viaje a Albacete en el que nos paró la Guardia Civil. En aquellos años (de 2005 a 2007) viajábamos toda la noche en autobús con Manolo Preciado de entrenador y antes con Ciriaco Cano. El caso es que a mitad de noche nos pararon dos agentes que nos mandaban de vuelta a Gijón porque caía una nevada tremenda. Yo le dije a Quini que bajara él para mediar, que sólo él lo podía conseguir. Y tanto que lo consiguió. Al final nos escoltaron hasta el mismo campo gracias a él, era una institución. Y luego en los viajes y en los hoteles había que verlo, firmaba más autográfos que ningún jugador, era tremendo su carisma. Su hermano era el guarda de seguridad de El Molinón y era muy buen tipo también.