«¿De qué os reís?» preguntaban ayer en redes al comentar una foto de unos sonrientes periodistas sobre el escenario del Teatro Principal. Argumentaba el opinador que, estando el cine Ideal en la ruina y sin planes a la vista para su recuperación cultural, no había motivos para la alegría. Pues sí, aquí estamos muy contentos, porque el Principal estaba con el agua al cuello: 800.000 euros de deuda pesan como un muerto en el fondo del mar. Nos alegramos de que la Generalitat haya salido, por fin, al rescate del coliseo alicantino, de que la cantinela que llevamos escuchando de boca de los responsables de la política cultural del Consell, desde hace más de dos años, de que el sur también existe se haya hecho realidad. Nos alegramos de que una entidad privada como el Sabadell mantenga su compromiso al mismo tiempo que abra paso a la Generalitat. Y también nos alegraría, por justicia, por equidad con València, que el auxilio del Consell no se quede ahí, que siga apoyando a los centros culturales alicantinos, que fije ahora su mirada en el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante (MACA), tan necesitado de una intervención, de dinero, al que con una pequeña parte de lo que reciben los centros artísticos de Castellón y València le bastaría para hacer maravillas, pues ya las hace con muy poquitos euros. Pero más me alegraría que el público que perdió el teatro, tal vez por unas obras que requieren más esfuerzo intelectual que contemplar una comedia ligera, o por intereses espurios -somos así de cainitas-, regrese; que los alicantinos llenen de nuevo las salas del MACA; que la asistencia a los centenares de actos culturales en Las Cigarreras sobrepase alguna vez la mitad de su aforo, que las conferencias y debates reúnan asistentes cercanos a los tres dígitos. Cuando todos hagamos de Alicante una ciudad culturalmente viva, cuando colguemos muchas tardes el cartel de no hay entradas, entonces sí, reclamemos más centros culturales para llenarlos, pero empecemos por disfrutar de lo que tenemos.
