«Son tiempos difíciles para los soñadores».

De la película

Amélie (2001).

La desacralizada capilla del convento de la Merced y su bello aunque mohoso claustro neoclásico sirvieron esta semana de marco incomparable a la solemne presentación del proyecto de peatonalización de la Plaça de Baix y la Corredora, una de las grandes apuestas ?vamos, la Gran Apuesta, visto lo visto? del gobierno tripartito plural y de progreso (no, El Progreso ese de los riegos, no; el del avance social y demás), que dicen que será una realidad en los cuatro últimos meses del año. A partir de entonces se podrá ir caminando tranquilamente por tan céntricas y emblemáticas arterias urbanas como si estuviéramos en cualquier acendrada ciudad europea. O en Pontevedra, incluso. Además, respirando aire puro y fresco, sin partículas tóxicas que nos machaquen los alvéolos, ni contaminación acústica, que para eso hay ya preparada otra normativa municipal contra el ruido callejero y el machaqueo inmisericorde del reggaeton, en particular el «Despacito» y otras variantes de pernicioso «perreo». Si queremos ser capital blanquiverde europea en 2030 ese es el camino, y hay que aplaudir que por fin el gobierno tome decisiones. Sobre todo por lo del reggaeton.

Emulando a Mercedes Alonso, cuando tuvo la ocurrencia de presentar los presupuestos municipales de su gobierno al Consejo Económico y Social en la ermita de San Sebastián, el gobierno trino se plantó en el otrora altar mayor mercedario para difundir la buena nueva del advenimiento de la Eco-Corredora y la Plaça de Baix participativa. Todo acompañado de muchos técnicos y paneles, aunque sin cuarteto de cuerda ?alguien propuso llamar a una colla de dolçaina i tabalet, pero no hubo acuerdo sobre quién pagaría?. El alcalde, Carlos González, ejerció de predicador principal; eso sí, sin casulla, en plan laico, aunque un asistente al acto aseveró haberle oído susurrar: «Mi yugo es suave y mi carga ligera». El regidor desgranó las virtudes y bienaventuranzas de esta actuación trascendental, que cambiará la faz del centro histórico de la ciudad, suprimiendo el pernicioso tráfico rodado, como cualquier ciudad inteligente y sostenible que se precie. Y hasta se pondrán en el suelo unas lucecitas led. Vamos, si con todo esto y unas cuantas estaciones más de BiciElx no conseguimos ser capital verde es porque nos tienen manía en Europa.

Será una «sencilla maravilla», como proclamó la coadjutora compromisaria Mireia Mollà, quien, imbuida igualmente del ambiente místico del recinto, estuvo al borde de levitar hasta la hornacina superior y aposentarse en el cubículo antaño presidido por la imagen de la Merced ?por supuesto, también en plan laico, sin incienso ni campanas al vuelo?. Pero la edil contuvo la euforia para no soliviantar más a sus compañeros del Bloc. «Nada te turbe, nada te espante», le susurró por lo bajini el otro oficiante coaligado, Jesús Pareja, mientras simulaba agacharse a recoger un boli del suelo. El alcalde dirigió a la de Torrellano una de sus miradas y la responsable de relaciones institucionales cambió la levitación por una sesión vespertina de yoga, que sienta bien tanto al espírítu como al cuerpo.

Pero la presentación del esperado proyecto no ha sido suficiente para convencer a los incrédulos montaraces de siempre, que siguen a lo suyo: que si hay que hacer primero ?o al mismo tiempo, al menos? el proyecto del nuevo mercado, que si no hay plan de revitalización comercial y tal, que se ha puesto la burra delante del carro y e incluso que la burra se ha subido encima del carro... Todo eran críticas al tripartito porque estaba inoperativo, y, cuando se pone a operar, también se le machaca. En menos de un mes ha instalado el apuntalamiento a la fachada trasera de El Progreso y ha presentado el proyecto de peatonalización de la Plaça de Baix-Corredora... Más actividad no se le puede pedir. Fíjense, por ejemplo, en el ritmo de trabajo del Gobierno de Mariano Rajoy. Vamos, no le llega ni a la suela de los zapatos del tripartito, y más desde que el barco de Piolín se marchó de Barcelona y Guindos ya está colocado ?en el BCE?. No saben en qué entretenerse.

Por eso el presidente tiene tiempo para viajar y conocer España. En quince días Rajoy ha visitado Elche dos veces. La primera vez al aeropuerto, donde no dejó hablar al alcalde, y por eso, para no quedarse de nuevo sin decirle lo que tiene que decirle, González le envió una carta certificada y con acuse de recibo con sus peticiones para la ciudad, con motivo de su presencia en la ciudad en un acto del PP para pymes y autónomos. Pero lo mejor fue el impagable vídeo en el que, de manera espontánea y en riguroso directo, el presidente popular dice que Pablo Ruz será un magnífico alcalde de Elche. De lo que se inquiere, aplicando el principio de fluidos de Pascal, que el joven profesor es el ungido para encabezar la lista municipal popular del próximo año. Encima, la presi regional, Isabel Bonig, y el vicesecretario de comunicación nacional, Pablo Casado, le hacen el coro, entonando, a su manera, una adaptación del «Porque es un chico excelente...» con la sintonía popular. Pero Vicente Granero no se arredra, y cual moderno Espartaco, sigue empañado en luchar contra el poder establecido, en nombre de los desarraigados y descontentos militantes que no reconocen en Ruz al mesías verdadero, si no se mide en unas primarias. Sigue dispuesto a aguantar hasta el final. Va a hacer otro vídeo, arropado por sus colegas díscolos/as Alonso, Erica Sánchez y Justino Delgado, con el lema «Que no te engañen: Vicente es el que quiere la gente», con el fondo musical de «City of stars». El siguiente paso, un «De Luxe» con ambos candidatos. Atentos a la pantalla.