Hay un viejo axioma que dice: «El prestigio y la honorabilidad se gana milímetro a milímetro y se pierde kilómetro a kilómetro». Y así debería ser la realidad de mi titular, pero malditas esas palabras que se adjuntan a los nombres de muchos políticos actuales y a los que les anteponen el pomposo titular de honorable presidente o consejero o, bajando el listón, ilustrísima, excelentísimo, señoría, etc. etc. etc., sin percatarse de que tuviesen antes estos atributos en sus comportamientos. Ni siquiera supieron ni quisieron comprobar si eran capaces de adquirirlos con unos puestos de tanto relumbrón y con tan altos salarios. Y, no conforme con ello, muchos encima adquirieron a renglón seguido enormes cuotas de indignidad y desprestigio, pretendiendo además conservar la presunta honorabilidad que por sus actos han perdido.

Luego vemos el nombre de estas personas en abundantes placas de agradecimiento por inauguraciones y aperturas sobre paredes y espacios públicos cuando algunos siguen estando procesados, encarcelados e investigados y a la espera desde hace años de extensos juicios dada la lentitud de la Justicia y los enormes recursos económicos que tienen todos estos «prestigiosos y honorables» personajes.

Es claro que la mayoría ha adquirido tales privilegios en el momento de ser elegidos sin ningún esfuerzo intelectual, laboral, social o moral... claro está que habrá excepciones, pero son tan pocas que apenas se advierten.

¿Saben ustedes, amables lectores, por qué abundan estas malditas placas y siguen intactas a pesar de que deshonoran a muchas entidades en todas partes?. Pues está claro, siguen por mor de agradecimientos mutuos inexplicables del hoy por ti, mañana por mí. Y por un detallito gigante que resulta ser esos pequeños sueldecitos de miles de euros mensuales, con que se adornan y blindan las honorabilidades que todos pagamos y a los que tenemos que agradecer encima esos esfuerzos que dicen que nos hacen, para darnos los céntimos de la revalorización de nuestros salarios y pensiones.

¡Ya está bien «señores honorables», límpiennos de toda esa basura de sus puestos y de las placas con nombres obscenos para vergüenza de los ciudadanos y váyanse a trabajar!