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Francisco Esquivel

Tiene que llover

Francisco Esquivel

Soldadesca y lagrimones

A finales de los ochenta, un colega se pidió cubrir un concierto en uno de nuestros pueblos el fin de semana que libraba. Lo recuerdo porque no es fácil toparse con este anhelo en un periodista que además tenía escamas. Pero él nunca había visto actuar en directo al grupo y estaba pirrado por quien ponía la voz. Aún lo veo entrando por la redacción cuando, en domingo por más señas, tuvo que ponerse frente a la máquina e introducir el folio para contar la noche de su cantante por quien había renunciado todo jirocho al día de libranza. Aunque daba cosa verlo, no comprendimos el alcance de lo sucedido hasta que no nos avanzó lo que se disponía a relatar. Que acudieron cuatro gatos y eso que la formación se encontraba en el cénit; que, a pesar de la ausencia de gentío, no hubo forma de oír nada porque el sonido era para matarlo y que viéndola desenvolverse por el escenario se te caían los palos del sombrajo. Ni que decir tiene que se trataba de Olé, Olé con Marta Sánchez.

Tres décadas después, la soldado ha dejado su residencia de años naturalmente en Miami, ha asegurado que, por Dios, lo sucedido en el teatro de la Zarzuela no está premeditado, que le ha salido de donde le ha salido ?del corazón, creo? y que «la gente que no me apruebe con esta acción me da pena; si no te sientes orgulloso de ser español, vete a otro lado», lo que ha aprovechado al instante Anna Gabriel para trasladar su base anticapitalista a Suiza. La bufonada se expande. Los secesionistas han dilapidado a base de bien su pretendida épica y encima nos han devuelto desde Bruselas a González Pons quien, a lagrimón vivo, ha iniciado la campaña para que la ocurrencia se solemnice en la final copera. Deben faltar dos segundos para que se decrete que los protagonistas de corto deberán cantar fijo. Entre unos y otros, vamos a acabar con Iniesta.

Dentro de un tiempo la historia concluirá con la solista quejándose desde un paraíso fiscal de que «aquéllo» se cargó para los restos su auténtica línea musical, esa que nunca existió. Más español no cabe.

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