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Arturo Ruiz

Opinión

Arturo Ruiz

El caballero de tierra

Anochece en el mundo, se apagan las luces sobre las canchas, pero hay alguien que sigue jugando ahí fuera mientras el planeta duerme, imaginado en cada golpe el mejor de la historia, creyendo que todavía queda margen para aproximarse un poco más a la perfección. Algún imbécil le dice que lo deje ya, que es demasiado viejo, que se retire a las montañas y admita al fin que las piernas están cansadas. Pero este tipo no hace caso: sigue desafiando las leyes del tiempo y de la física no ya por dinero o gloria, sino por perseverar ante sí mismo, por adecentar su mejor espejo. Una y otra y otra y otra vez. Roger Federer es más bueno cuanto más envejece y 14 años después es de nuevo el número uno sobre la Tierra, como si en toda esta eternidad no hubiera dejado la raqueta ni siquiera cuando descansan los continentes. A los 36 años desafía a tenistas ricos malcriados que casi podrían ser sus hijos como aquel caballero medieval que seguía alzando la espada embarrada en el lodazal porque intuía que la muerte no le llegaría de ningún nuevo enemigo sino cuando dejara de combatir. Y combatir siempre bien: Federer eleva un deporte sencillo a un arte de perfección geométrica donde la pelotita de tela cobra vida propia para enfrentarse a la atmósfera a través de caminos imposibles. Alguien dijo que cada partido del Barça de Guardiola era como una sesión de ballet donde la música de Chaikovski sonaba en silencio en los estadios. Federer es eso al tenis. Y la música suena en su propio cerebro. Compuesta sólo para él. Nadie más la oye. Defiende con los dientes apretados su fortuna en un mundo que sólo basa sus mensajes publicitarios en el éxito efímero de la juventud: frente a tanto consumo de usar y tirar, y tantos guapos olvidables, él es la docencia de la sabiduría, la belleza ya inamovible de la experiencia, el caballero eterno de la hierba, el cemento y la tierra al que los espíritus de la noche susurran, no te vayas, no te retires nunca. Que sean otros los que sigan durmiendo.

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