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Pere Rostoll

El pecado original socialista

Hace ahora doce años, Ángel Franco, que como ahora manejaba los hilos del socialismo alicantino, y el entonces portavoz municipal Blas Bernal se plantaron ante Joan Ignasi Pla, líder del PSPV en ese momento, al término de una comida con militantes en un restaurante del Medio Vinalopó para, entre el postre y el café, convencerle de las «bondades» del Plan Rabasa. Una macrourbanización de quince mil viviendas al margen del planeamiento urbanístico que se iba a adjudicar el de siempre: Enrique Ortiz. En el pleno del 26 de abril de 2005, tras aquella conversación informal, los concejales del PSPV votaron a favor del proyecto. Pecado original del socialismo alicantino. Luego dimitió como secretario general Juan Antonio Román, cayó Bernal, hubo rectificación, llegó una gestora, Etelvina Andreu estuvo cerca de la Alcaldía, pasó Elena Martín, Franco aupó a Echávarri... Hoy, más de una década después, los fantasmas de un pasado que nunca les abandonó vuelven a acechar al socialismo alicantino con la decisión de retirarse como acusación en la causa del PGOU que acabará sentando en el banquillo a los dos últimos alcaldes del PP -Alperi y Castedo- junto a Ortiz, protagonista de decenas de cordiales conversaciones con Ángel Franco que figuran en el sumario. Desentenderse del proceso es «inoportuno», como reconocían desde el PSPV. Pero es mucho más. Es una irresponsabilidad y algo aún más grave: seguir pagando la peligrosa factura del pecado original entre Franco y Ortiz.

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