Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Ritos de paso

Aviso a los navegantes

Si escribo "Unilever" puede que a muchos lectores no les diga nada. Pero si escribo Axe, Dove Rexona, Knorr o Lipton, seguro que todas estas marcas les resultan familiares e incluso las consumen. Unilever, que es uno de los mayores fabricantes de productos de consumo del mundo, ha amenazado con retirar la publicidad de plataformas como Facebook, YouTube o Google si no toman medidas serias para evitar la difusión de noticias falsas, discursos de odio y contenidos que causen división. Unilever invirtió el año pasado 6.200 millones en publicidad: el equivalente, en euros constantes, a lo que le costó a Aena la terminal T-4 del aeropuerto madrileño de Barajas, o a lo que invirtieron el Gobierno de España, la Generalitat de Cataluña y el Ayuntamiento de Barcelona, en los juegos olímpicos de 1992, un billón de las pesetas de entonces. El hecho de que los anunciantes se pronuncien contra toda la basura que circula por las redes, puede ser un primer paso para empezar una limpieza tan necesaria como urgente. Sin embargo, tarda la Unión Europea en ponerse más firme y tomar medidas contra esta situación. Tardan los estados que pueden legislar, y las comunidades autónomas. Y sólo tienen que hacer una cosa: acabar con el anonimato, seguir la vieja tradición de las cartas al director de los periódicos para las cuales es imprescindible identificarse con nombre, apellidos y DNI, aunque se solicite, si es publicada, aparecer bajo iniciales. Una medida sencilla y eficaz.

Muchos personajes públicos han decidido desaparecer del mundo digital. De poco sirve porque en seguida hay suplantaciones. Y los políticos, a imitar al inquilino nefando de la Casa Blanca: todo se dice por tuiter. ¿Es que se han prohibido los comunicados, las notas de prensa bien escritas, que las hubo y las hay, los argumentos reflexionados para comunicarse con la ciudadanía? Parece que sí, o que los integrantes de los departamentos de comunicación públicos y privados, ya no saben escribir. A todo eso se añade la expansión de la psicopatología de algunas mentes enfermas que encuentran en las redes su minuto de gloria. No hay nada peor que hacerles caso, es lo que buscan. Mas a veces hacen daño, porque juegan con la reputación de empresas con muchos puestos de trabajo y con la reputación de los buenos empresarios y sus familias. Hay que acabar de una vez con todo eso, por la libertad de expresión.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats