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Lucas V. Belmar

Más vale tarde que nunca, Josip

Mucho tiempo, seguramente demasiado, llevaba esperando Josip Visnjic la llamada del Hércules. De nombre difícil de pronunciar y aún más de escribir, este serbio serio y rudo siempre ha destacado por su lealtad y temperamento. Por eso le han dolido especialmente las diferentes puñaladas que le ha dado el Hércules, su Hércules, desde que comenzara su carrera como entrenador hace 15 años.

Por orden cronológico, el equipo alicantino, con el que disputó 126 partidos, le dio la oportunidad de debutar en el banquillo en la temporada 02/03 sustituyendo en marzo a Felipe Miñambres. La empresa era igual de difícil que ahora porque el vestuario estaba muerto y la promoción demasiado lejos. El curso acabó sin la clasificación deseada y cuando ya tenía la mente puesta en la pretemporada de la 03/04, recibió en verano la llamada traicionera de Javier Subirats anunciándole que el banquillo no era para él sino para un tal José Carlos Granero.

El destino quiso que, en la temporada siguiente, el serbio se cruzará con el Hércules en la eliminatoria definitiva por el ascenso a Segunda División. Él defendia los intereses del Alcalá y el partido de ida se decidió de manera cuanto menos extraña (1-3). Los caminos entre el Hércules y Visnjic se separaron durante siete años y el entrenador afincado en la playa de San Juan regresó a casa en la 12/13 para dirigir al juvenil blanquiazul pero con la mirada puesta a medio plazo en el primer equipo porque Juan Carlos Mandiá comenzaba el curso ya entre la espada y la pared tras la llegada de Jesús García Pitarch, la degradación de Sergio Fernández y el regreso de Javier Portillo.

La destitucion del gallego era cuestión de tiempo, finalmente llegó en noviembre, pero entonces el Hércules volvió a darle la espalda a Visnjic y el banquillo finalmente fue para Quique Hernández, que cumplió con el objetivo de la permanencia.

Tras el desgraciado regreso a Segunda B de junio de 2014, el nombre del serbio estuvo siempre entre los futuribles pero la oportunidad no le ha llegado hasta ahora. Con el equipo casi muerto a falta de 13 partidos y recogiendo los restos del naufragio que han dejado a su paso Gustavo Siviero y Claudio Barragán, dos técnicos que no hicieron más méritos que el serbio pero que llegaron antes al Rico Pérez.

Ahora Josip tiene una misión casi imposible pero al menos el fútbol le ha dado una oportunidad que debió llegar mucho antes. Esta campaña ha seguido los partidos en su estadio, pero lejos de los rostros conocidos, los periodistas y los dirigentes. Lo ha hecho desde su localidad de abonado en Preferente. Mucha suerte mister.

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