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Francisco Esquivel

Tiene que llover

Francisco Esquivel

Con la reserva a cuestas

Por fin ha quedado aparentemente resuelto uno de los enigmas de la realidad circundante: el sucesor de Mariano Rajoy en el Registro de la Propiedad de Santa Pola existe. A la vista de la acción política que despliega, son legión los que pensaban que nunca había dejado de ejercer en su plaza de la población costera y que, el de Moncloa, era un holograma.

Pero el presidente acudió este fin de semana a la boda de un hijo del vecino de Abanilla que lo sustituyó en el registro, por lo que todo parece indicar que, efectivamente, el invitado al enlace debió abandonar en su día el puesto. A lo largo de décadas, el mayor instigador sobre la cuestión ha sido el particularísimo y desternillante Miguel Ángel Aguilar quien mantiene que el titular del registro no es otro que el ínclito: «¿Cómo es posible que perpetúe la reserva de esa plaza? ¿Será porque este escuadrón de privilegiados se saca más de un millón de euros anuales?», se preguntaba el veterano periodista en un asunto recurrente que es posible que al gallego no le haga ni pizca de gracia verlo cada dos por tres sobre la mesa. De hecho, y como también circula que el estudiante Rajoy Brey comenzó a preparar las oposiciones en último de carrera aprobándolas al siguiente con el número uno y convirtiéndose así en el registrador más joven de España, se insiste en si no tendría nada que ver a alargada mano del páter, a la sazón presidente de la Audiencia Provincial de Pontevedra dado que son tres los hermanos registradores y, uno, notario. La diatriba por las redes canallas ha sido tan encendida que hasta Forocoches abrió una encuesta para dilucidar la impresión sobre la limpieza en las oposiciones que lo invistieron y se impuso el no por amplísima mayoría. Sin embargo, en el cónclave que acaba de celebrar con la plana mayor del partido no se tocó el tema.

También ha llamado la atención que, tanto en la boda como en las uvas de su 2016, el baile se lo marque al ritmo de «Mi gran noche», con lo necesitados que estamos de que el hombre tenga un buen día.

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