Una vez más desde el púlpito político se promueve la ignorancia. Ahora le ha tocado el turno a la palabra «portavoz», una palabra compuesta, formada por la unión de un verbo, «portar», y un sustantivo, «voz», que es, por cierto, femenino -la voz-. El plural de «voz», «voces», sigue la norma lingüística, que consiste en añadir la desinencia ?es a un sustantivo cuando acaba en consonante. De ahí «la voz» y «las voces», todo muy femenino. El sustantivo «portavoz», aplicado a personas, puede servir a ambos géneros, modificando simplemente el artículo que lo acompaña: la portavoz y el portavoz. La palabra «portavoz», por sí sola, no es femenina ni masculina, sino que atiende a ese grupo de palabras de género común, como el pianista y la pianista o el conserje y la conserje.

Las personas que promueven el uso de la palabra «portavoza» falsean el conocimiento del lenguaje y confunden a sus hablantes (ya no sé si por manipulación gratuita o por simple ignorancia), haciéndoles creer, además, que la palabra «portavoz» es masculina, cosa que no es cierta, y apelando a una alteración innecesaria de una palabra en absoluto discriminatoria.

Estamos abriendo la veda desde hace mucho tiempo para la profanación de un medio invisible e inconscientemente valioso al servicio de nuestra expresión y pensamiento. Están alterando una de las pocas cosas que nos pertenecen de forma natural y por derecho. Nos están comiendo terreno sin que nos demos cuenta, en nombre de las buenas intenciones. Alienan cada minúscula parcelita de nosotros, quienes, ignorantes de la verdad, creemos que puede defender una causa justa. Nada nos hace más débiles que el no saber. Nada nos perjudica tanto como seguir ciegos y borregos los silbidos de otros.

Mis alumnos de bachiller descubren casi al terminar sus estudios, ya con diecisiete años de edad y con trece de escolaridad a sus espaldas, cómo funciona el género en el lenguaje castellano, porque es solo al final de su educación secundaria cuando se les pide que aprendan análisis morfológico sobre la formación de palabras en español. Así que muchos se quedarán por el camino sin conocer realmente las leyes gramaticales de su lenguaje, carne de cañón para los que suplirán su vacío con ideas prefabricadas que ellos asumirán convencidos de una causa justa.

¿Por qué la palabra «voz» es femenina? ¿Acaso la voz es un ente femenino, tiene vagina, sangra periódicamente, tiene la capacidad de engendrar una nueva palabra en su interior y parirla tras la gestación??

Estoy cansada de intentar luchar contra una ignorancia que claramente nos gana la partida. Triste dedicarse al lenguaje para ver cómo otros, ajenos a él, lo profanan, desmembran y alteran en beneficio propio, en detrimento de todos. No importa la mentira, si la finalidad es buena. No importan los medios, si el fin los justifica. No importa lo que destruyamos por el camino, justo o no, deseable o no, si el objetivo que perseguimos es bueno. No importa cuán cegados estemos por nuestras ideas, cuán sordos para no vacilar en nuestro empeño.

Las guerras, todas las guerras, dejan montañas de cadáveres por su causa. Esta también. Género gramatical, lengua mía, veo tu agonía, me duele tu herida, sufro contigo.