Era un tío grande hecho a sí mismo y sabio, y no solo en turismo. Él era esa persona inteligente con la que siempre se quiere conversar y del que siempre vas a aprender. Su paso por la política fue decepcionante para él. Se dio cuenta de que hacerlo bien tiene menos premio que no hacer nada.

Trabajé con él siempre que me lo pidió, mano a mano con Alejandro Guijarro, que estará tan desolado como yo hoy. Aquellos jueves con desayuno en Benidorm eran un oasis semanal. Recuerdo miles de anécdotas y mucho de lo que aprendí de él es lo que escribo donde puedo.

Dijo que no a las ofertas políticas cuando todo el mundo dice sí. Roc era así. Un noviembre, con Fitur diseñado, le presenté una idea, le gustó y cambiamos estand y campaña sobre la marcha. Roc era el encargado de convencer al alcalde de aquel inesperado cambio. Llegó y le dijo:

- Vamos a cambiar Fitur entero.

- ¿Y eso?

- Tengo una campaña para gente inteligente.

- Entonces tengo que decir que sí ¿no?

- Pues tú mismo.

Roc, no sé qué decir, solo me sale: I Love Benidorm.