La fachada con detalles modernistas con transición al funcionalismo de Riegos el Progreso llega a sus últimos días, tal vez. Todo es posible, incluso que lleguemos a tener una falsa reproducción de dudosa calidad tras el revuelo montado, como sucedió con la también modernista casa neoárabe, incrustada hoy día en un edificio cual pegatina en el brazo de un escolar, sin sentido. No hablamos de derechos y de dejadeces políticas en este tema, que sin duda hay para repartir y llevarse todos una buena parte. Lamentablemente en Elche no pensamos en patrimonio de futuro, en herencia para nuestros hijos y nietos de lo que es su ciudad, de identidad. Solo tenemos obsesión con los patrimonios, y su peso a veces es una losa que no nos permite ver más allá.

Los patrimonios de la humanidad parecen serlo todo, con esos tres? Más la infatigable memoria de Pusol que nos resulta imposible de destruir, por fortuna, aunque mira que lo hemos intentado. Con el Palmeral, en estado de catalepsia. Con el Misteri, tan dentro de nosotros y ocupando un espacio tan diminuto que no molesta al urbanismo sin control de viejas casas, y Pusol, una idea escolar genial que está en las afueras.

Lo que nos falta es sentido patrimonial y sentido de futuro. Olfato de ciudad cultural y respetuosa con su historia. Quizá la clave del turismo de otras tantas ciudades con patrimonio que son patrimonios de la humanidad. Porque patrimonio es herencia, no lo olvidemos.

Conviene llamar la atención sobre que el problema de base es una política alejada de la esencia cultural e identitaria que representan edificios, lugares y plazas, desfigurando la personalidad urbana y dejándola solamente en manos del mercado, una transformación que se ha demostrado en tiempos no muy lejanos, como voraz. Saltemos en este punto el Mercado Central, edificio no original sobre otro anterior de gran gusto y diseño en su época, pero se quedó pequeño.

No podremos competir con paseos, conjuntos monumentales, edificios singulares y rutas culturales. Con ello estamos dejando huérfanos a nuestros patrimonios, sin su contexto histórico que da explicación y sentido a su existencia. Precisamente el patrimonio heredado más nuestros patrimonios serían una herramienta de éxito para mantener la memoria, la cultura y el tan deseable turismo urbano de calidad.

Por tanto, debe haber una llamada de atención no solo a la triste fachada que se alza apoyada sobre metales del Progreso, sino a todo lo que aún queda y ni siquiera está protegido ni se le presta atención. Elche es la ciudad del agua, mejor dicho, de la escasez de agua, es la ciudad del riego, de la fuerza hidráulica y motor primigenio de la industria actual. En este sentido, debemos insistir y recordar que no están protegidos restos de molinos, ni que decir tiene del Molí del Cèntim o de los molinos de la Rambla, de los partidores y de la Acequia Mayor, de sus ramales y compuertas, del Molí de les dos Moles, de la Palmereta o de Ressemblanch, del Pantano de Elche que no aparece como Bien de Interés Cultural. Por no hablar de las chimeneas, eso sí, tan relevantes que hay junto a algunos de ellos, las chimeneas de los motores a vapor que sustituyeron la fuerza hidráulica de estos molinos en la producción de alpargatas. Por no hablar de todos los inmuebles caídos?

Y este es solamente un ligero vistazo al patrimonio hidráulico, pero si alguien con lupa y algo de interés mira con detalle, encontraremos algunos edificios más? Los pocos que nos quedan. ¿Serán futuros «Riegos del Progreso»? Esperamos que no. En la actualidad están recogidos como BIC los siguientes inmuebles: basílica de Santa María, Castillo-Palacio de Altamira, Colección Arqueológica Municipal, Conjunto del Palmeral incluido el Huerto del Cura, Conjunto Histórico Artístico (Vila Murada), Drama Sacro-Lírico del Misteri d'Elx, iglesia del exconvento de San José, L'Alcudia, Murallas del Castelar, Murallas y Torres (Vila Murada), Palacio Jorge Juan, Torre Asprillas, Torre Cañada, Torre de Carrús, Torre de la Calahorra, Torre de la Senieta, Torre de los Vaillos, Torre de Ressemblanch, Torre del Monasterio de Nuestra Señora de la Merced, Torre Jubalcoy, Torre Palombar, Torre Vigía Estaña (¡uy! esta se vino abajo), Torre Vigía Santa Bárbara. ¿No parece una lista muy corta para tantos años de historia? No hay ningún molino medieval como BIC, es asombroso, ni el Molino del Real.

Uno se pregunta entonces, ¿serán al menos Bienes de Relevancia Local? Pues estos son los siguientes: ermita de la Torre de Vaillo, iglesia parroquial de El Salvador, iglesia parroquial del Sagrado Corazón de Jesús, Monasterio Nuestra Señora de la Merced, Sala de Proyecciones del Museo de La Festa (¡qué horror de nombre! Tal vez ermita de San Sebastián) y sistema de captación y almacenamiento de aguas en la partida de Ferriol.

Dicho todo esto, y dadas las grandes ausencias hidráulicas, no es de extrañar que tratemos de borrar toda sombra de los riegos ilicitanos, que es como decir del campo de Elche. Lo que urge es recapitular qué nos queda de nosotros, de esta ciudad, en lo urbano y en lo rural, para no terminar de perder nuestra historia. No será la gran historia de los libros, pero es la nuestra y su valor debemos empezar por darlo nosotros. Seguro que así lo descubrirán los demás.