Hace pocos días, la ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, declaraba satisfecha que habíamos salido de la crisis «sin dejar a nadie atrás». Es cierto que, desgraciadamente, nos hemos acostumbrado en este país a escuchar de muchos políticos frases vacías, palabras huecas y sin alma, tan alejadas de la realidad que han dejado de soliviantarnos para generar la más absoluta de las indiferencias. Sin embargo, hay afirmaciones que duelen en lo más profundo porque juegan con el sufrimiento de miles y miles de personas, como sucede en este caso. Porque si algo se empeñan en demostrar las investigaciones académicas y las estadísticas de instituciones nacionales e internacionales es que en España hay bolsas muy importantes de pobreza en los márgenes de nuestra sociedad, que se han agrandado a lo largo de los duros años de crisis y políticas de ajuste aplicadas.

El legado que en nuestro país está dejando una década de recesión económica, en la que se han alcanzado niveles aterradores de destrucción de puestos de trabajo y desempleo, acompañados de una batería de severas políticas neoliberales de recorte cuyos efectos más visibles son la ultraprecarización del mercado de trabajo y la disminución del gasto social, es la profundización de la pobreza en amplios sectores sociales que sobreviven como pueden, sintiéndose abandonados por la sociedad y las instituciones. La desigualdad existía antes de la crisis, pero las medidas económicas y fiscales aplicadas por diferentes gobiernos han traído una década perdida, en la que las rentas del trabajo salen cada vez peor paradas, mientras que las rentas del capital no paran de engordar. Y el resultado de todo ello es bien claro, por mucho que la ministra Báñez se empeñe en decir lo contrario, España es de los países europeos con más altos niveles de desigualdad, pobreza y exclusión social, como ha reconocido recientemente la propia Comisión Europea. Si a todo ello añadimos una de las tasas de temporalidad laboral más altas, con unos sueldos medios también más escasos, obtenemos un retrato altamente preocupante que se ha extendido de manera novedosa a trabajadores pobres que apenas, con su empleo, pueden mantener sus gastos más básicos.

El pasado año, el catedrático y director de la Sede Universitaria «Ciudad de Alicante», Jorge Olcina, me propuso organizar para este cuatrimestre un ciclo sobre pobreza y desigualdad al ser uno de los fenómenos económicos y sociales que más atención están recibiendo en los últimos años. Para ello, desde los criterios con los que se trabaja en este espacio universitario, traté de articular un conjunto de sesiones que pudieran mostrar en Alicante análisis, datos e investigaciones relevantes, al tiempo que se pudiera conocer en detalle su impacto en alguno de los colectivos más sensibles ante estos problemas y conocer los iniciativas y propuestas de las instituciones que más están trabajando en este campo a nivel cercano.

Así, el próximo martes, 13 de febrero, se inaugura el ciclo con la presencia de uno de los responsables del Barómetro Social de España, Carlos Pereda, un proyecto de evaluación continua sobre la situación social de nuestro país a través del estudio de 185 indicadores distintos, con una ponencia titulada «Insoportable desigualdad en España, ¿hasta cuándo?». El mes siguiente, el martes, 13 de marzo, se presenta en Alicante una sorprendente investigación sobre «Las paradojas de las desigualdades en mortalidad en Europa», a cargo de una de las más importantes investigadoras en salud y desigualdad en España, Ana Rico, científica titular de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto Carlos III de Madrid. En la siguiente sesión del ciclo, el martes 17 de abril, se abordará el impacto de la desigualdad a través del rostro de uno de los colectivos sobre el que sus efectos son más preocupantes, como son los niños, para lo cual contaremos con el codirector del posgrado sobre Infancia y Juventud de la UA, Conrado Moya, un reconocido especialista en intervención social y trabajo con menores. Para cerrar el programa el martes, 15 de mayo, se llevará a cabo un diálogo desde dos perspectivas necesarias y complementarias, como son el trabajo muy estrecho y cercano a la ciudadanía que viene realizando la Sindicatura de Greuges de la Comunitat Valenciana sobre todos estos temas, junto a toda la intervención y reformulación técnica que se está llevando desde la Generalitat Valenciana, interviniendo el Síndic adjunto de Greuges, Ángel Luna, junto al delegado del Consell para el modelo social valenciano, Xavier Uceda. En modo alguno agotaremos los temas de debate, ni mucho menos, pero desde el rigor académico y el compromiso con la divulgación con el que trabaja la Sede, se pretende generar elementos de conocimiento, reflexión y profundización para todos aquellos interesados en estas cuestiones.

Las consecuencias sociales adversas de la desigualdad reducen las posibilidades de desarrollo en nuestro país, limitando el acceso a derechos básicos y a la equidad para demasiadas personas. Todo ello, además, daña la cohesión social y erosiona los valores democráticos, ya que se impide que haya más justicia social mediante una redistribución más adecuada de lo que tenemos y producimos. Es mucho lo que nos jugamos como para seguir dando la espalda a este desafío que no podemos seguir ignorando, aunque nuestros responsables políticos prefieran seguir alimentando discursos socialmente abrasivos.