Corrían las primeras semanas del año 2001 y el Consell de mayoría absoluta popular presidido por Eduardo Zaplana acababa de presentar en Les Corts su proyecto de Ley de Áreas Metropolitanas, que, evidentemente, levantó la oposición inmediata de la ídem, PSOE y EU. Aquí, el asunto adquirió mayores proporciones. El alcalde socialista Diego Maciá, que ya andaba mosqueado y receloso de las intenciones del gobierno autonómico con el Plan de Acción Territorial del Entorno Metropolitano Alicante-Elche (PATEMAE, antes sólo PATEMA, para que vean), presentado unos años antes, proclamó que ya estaba bien de cachondeo. Así que, ni corto ni perezoso, lanzó las huestes ciudadanas locales contra tal normativa, al considerarla muy lesiva para Elche, hasta el extremo de asegurar que con esta ley la bimilenaria ciudad ilicitana acabaría convertida en un barrio de la capital provincial ?algo así como San Gabriel Sur?. Teoría a la que se apuntó también, como no podía ser menos, el portavoz municipal socialista ?y a la sazón actual alcalde?, Carlos González. Aquello se tomó como una cuestión de honor, hubo varias reuniones de colectivos en el Ayuntamiento, se creó una comisión para organizar el cotarro y más de un centenar de asociaciones, patronales, sindicatos, partidos, clubes, hermandades, cofradías, agrupaciones, entidades, comunidades de vecinos, aficionados a la petanca, amigos del sarangollo y otros grupos de más de una persona ?e incluso menos? se unieron a la lucha bajo el nombre de Units per Elx para impedir que acabáramos engullidos por Alicante como Jonás por la ballena.

En una de esas reuniones multitudinarias en el salón plenario, el pintor y activista Sixto Marco le planteó al alcalde que le dejara intervenir. Conociendo su vehemencia y sus escasas ?por no decir inexistentes? dotes diplomáticas a la hora de pronunciarse en público sobre temas polémicos, Maciá le pidió moderación en el lenguaje. Dicho y hecho: el artista se levantó, miró al respetable como si fuese a entonar su recordado canto del Sant Joan del Misteri, y espetó: «Tot això passa perquè Zaplana és un fill de p?!» [Los puntos suspensivos se incorporan aquí para mantener el decoro que esta sección requiere; Sixto, evidentemente, pronunció el dicterio completo]. Pese al nivel con que se inició el debate, la cosa transcurrió, afortunadamente, por derroteros más tranquilos. La ley, como era de esperar por imperativo de la mayoría absoluta del PP, acabó aprobándose y, excepto en el Consell Metropolità de l'Horta (València), no se tiene constancia de su aplicación en ningún otro entre supramunicipal. Pero, ojito, que aunque aletargada, sigue vigente. Tampoco se supo nada del paradero del Patemae, por lo que Elche sigue libre de las pérfidas garras metropolitanas.

Ahora hay en marcha otro intento, el nuevo Plan de Acción Territorial de Alicante y Elche (PATAE), en fase de redacción. Pero los tiempos son otros y el Consell, ni te cuento. Así que con el fin de que el documento no se convierta en uno más de los exquisitos cadáveres político-territoriales que se han quedado en el camino en los últimos 25 años, se proclama desde la Administración autonómica el advenimiento del Plan Verdadero, el verbo hecho planificación territorial vertebradora, llámese área metropolitana o funcional o estrategia geoeconómica o buena vecindad o condenados a entenderse. Ahora se quiere hacer desde la base, todo muy participativo, integrador, abierto, plural, igualitario, sostenible e inclusivo. Todo ello con el loable propósito de acabar con la nula efectividad y aún más quiméricos resultados de los intentos anteriores, cuya malévolo fin era tratar de unir Elche y Alicante a la fuerza, en un matrimonio de conveniencia en el que, a falta de amor, primara el interés. Hasta ahora el papel de celestina del Consell, impulsor del casorio amañado, no ha dado resultado. Desde Elche siempre se ha defendido que el hipotético himeneo territorial con la capital de l'Alacantí tuviese también su componente romántico y en condiciones de igualdad, paridad y equidad. Deseos prenupciales que no se han visto satisfechos, con lo que la pareja no ha llegado aún ni a hacer manitas? Hubo hace unos días una reunión en Elche para empezar a planificar los nuevos desposorios, con muchos padrinos de entidades sociales y de municipios vecinos ?el PATAE implica a 14?, aunque el padre de la otra parte contratante, Gabriel Echávarri, dijo que se lo contaran por «guasá», que no tiene el patio como para ausentarse de la alcaldía alicantina ni un minuto. En cualquier caso, la familia conyugal ilicitana cuestionó la mayor: ¿es necesario que haya boda? ¿No pueden vivir juntos como una pareja moderna y sin casorio? ¿Y no podrían residir cada uno en su casa y quedar de vez en cuando para ir al cine, cenar y algún que otro roce de mutuo interés y consentimiento?... Como ven, el asunto sigue peliagudo. No envíen todavía los regalos por si tampoco ahora hay coyunda.

En cualquier caso, no hay que desesperar. Ya tenemos puesto el apuntalamiento de interés cultural y patrimonial (AICP) del edificio trasero de El Progreso ?anda que no tiene eso pinta de que el asunto se va a eternizar?. Además, estamos a punto de conocer los nombres que la ciudadanía ha escogido para los cuatro gatos callejeros de la campaña esa para que Elche se convierta en la primera ciudad «cat friendly» del mundo, y que puedan venir aquí a pasar sus vacaciones sin riesgos de ser apedreados todos los lindos gatitos «of the woooorld». Y encima habrá quien diga que el gobierno plural y de progreso no progresa. Que baje Sixto y lo vea. Miauuu...