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La andanada

La normalidad y la anormalidad

La mejor noticia que se puede dar en cualquier orden de cosas es la normalidad. Aquella cita bíblica de «nihil novum sub sole» (nada nuevo bajo el sol) remendada con el anglosajón «no news are good news» (la ausencia de noticias son buenas noticias) vienen a ser un termómetro fiable de naturalidad y orden en los acontecimientos. En lo taurino, ese orden normal en las fechas que corren viene a estar, por un lado, en las críticas a las ausencias en las ferias de Castellón y Valencia, y por otro, en los titulares preliminares de la próxima Feria de Abril.

En cuanto al serial que se dará en el coso hispalense, nuestro Manzanares vuelve a ser protagonista principal, cuando ya parece que la recuperación de su lesión de rodilla tras una voltereta en Cali va a tomar cuerpo. Nos hemos acostumbrado ya a una realidad maravillosa que muy pocas aficiones pueden disfrutar: un torero de la tierra copando los mejores carteles del calendario taurino. Los apellidos Esplá y Manzanares nos han habituado desde finales de los setenta hasta hoy a gozar de una candente presencia en el epicentro taurino. Solo podremos valorar en su justa medida esta situación de privilegio cuando el paso del tiempo y las circunstancias nos devuelvan a la otra cara de la luna y sintamos su frío y oscuridad. Cuatro tardes, cuatro, las que trenzará el paseíllo J osé María Dols Samper en el ruedo del Baratillo. La primera, el Domingo de Resurrección, cartel de tronío, junto a Antonio Ferrera y Roca Rey (toros de Victoriano del Río); después, en la semana de farolillos, el 16 con Castella y Talavante (Núñez del Cuvillo) y el 20 con Ponce y Ginés Marín (Juan Pedro Domecq); para cerrar, en San Miguel, el 30 de septiembre, junto a Morante de la Puebla, para testimoniar la alternativa de Alfonso Cadaval, hijo de César Cadaval, miembro del dúo humorista de Los Morancos ( Juan Pedro Domecq). Lo dicho: un auténtico privilegio para Alicante. Y ojalá sea por muchos años.

En cuanto a las críticas, la ausencia de Julián López ha levantado ampollas. El Juli suele ser torero de exigencias. En Valencia quería torear lo de Garcigrande sí o sí, y como no podía ser, pues no fue. Sin más negociación, según se desprende de las palabras a diversos medios del gerente de la empresa contratante, el omnipresente alicantino Nacho Lloret. Hay otro velo extraño cubriendo la ausencia del rejoneador Diego Ventura no solo en Fallas, sino en todas las ferias importantes del comienzo de año. Como siempre hay opacidad en el tema de las contrataciones, nunca se puede saber a ciencia cierta dónde estiba el quid de la cuestión. Qué envidia del fútbol, por ejemplo, donde se saben las cifras por muy desorbitadas que puedan parecer. En el toreo, por desgracia, los hilos que tejen las negociaciones de despachos ni son claros, ni obedecen a la justicia del ruedo ni aportan luz a la fiesta. Lo que decíamos de la normalidad, vamos.

Y entretanto, a algunos les ha escocido la naturalidad con que el grupo de rock Metallica ha anunciado su concierto en Madrid con un guiño torero, o la entrega de la polémica Medalla de Oro de las Bellas Artes al mismo Juli. Lejos de eso, y unido a la controversia del último programa de Jordi Évole sobre las granjas de animales para el consumo humano, ha vuelto a surgir, por obra y gracia de algún medio de comunicación concreto, el tan manido tema de la asistencia de menores a espectáculos taurinos, esta vez disfrazado de recomendación de la ONU. Con la Fundación Franz Weber, tendenciosa y manipuladora como pocas, detrás de todo y fomentando la anormalidad. Al parecer, generaciones y generaciones de españoles que fueron (fuimos) de la mano de padres y abuelos a los tendidos de las plazas de toros somos los culpables de todos los males de la sociedad. Y como la veracidad de la información ya no importa a ciertos medios, ahí se repite el bulo una otra vez, sin que nadie cite los numerosos estudios que revelan que la afición taurina nada tiene que ver con todos esos comportamientos viles con los que se la asocia. Pues eso: «nihil novum sub sole».

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