El Fútbol Club Barcelona fue fundado por extranjeros y de religión protestante. El Real Club Deportivo Español, entonces en castellano, fue fundando por catalanes y católicos. Con el paso de los años, el club azulgrana se convirtió en el emblema del catalanismo. La historia viene de antiguo. Las manifestaciones políticas más importantes siempre fueron protagonizadas por los barcelonistas y las sanciones más importantes también las pagaron los azulgrana. No puede sorprender que ahora el Camp Nou sea el estadio de las esteladas y se pida a los dirigentes del club manifestaciones a favor de la independencia. Gerard Piqué, que nunca podría haber sido miembro del Cuerpo Diplomático, es el representante de un catalanismo populista que ha encontrado en el Espanyol diana para sus dardos dialécticos.

El General Primo de Rivera se apoyó en la burguesía catalanista cuando fue capitán general de Cataluña. Mientras coqueteó no hubo problemas para la Mancomunidad que fue precedente de la autonomía. Tras su golpe de Estado y ya en Madrid hizo cuanto pudo para anular aquello que en parte había protegido. En Barcelona comenzó a incubarse malestar por la cuestión. En 1925, el Orfeó Catalá hizo una gira por Italia que fue considerada triunfal. Con tal motivo el Barça le quiso dedicar un homenaje.

En Las Corts, el 14 de junio, se jugó un partido amistoso con el Júpiter. El club invitó a la tripulación de un buque de guerra británico que estaba anclado en el puerto. Los invitados acudieron con su banda de música y en el descanso como gesto amistoso, tocaron varias obras. Ocurrió que para quedar bien interpretó el Himno Nacional y el público lo silbó. El «God save Queen» fue aplaudido. El hecho tuvo consecuencias porque el capitán general de Cataluña, Joaquín Miláns del Bosch y Carrió lo cerró, lo suspendió. Y no pudo mantener ninguna actividad pública durante tres meses. El presidente del club, Arcadi Balaguer, Barón de Olivar, que tenía cierta amistad con el Rey Alfonso XIII, consiguió que el castigo se acortara. La vuelta a la actividad se hizo con total normalidad porque, económicamente, la sociedad había salido beneficiada por la sanción. Sin poder cobrar a los socios se suponía que después del cierre la caja estaría a cero. No fue así porque cientos de barcelonistas, socios o no, acudieron a la Banca Jover a depositar sus voluntarias donaciones. Ello fue el motivo de que al abrir de nuevo las puertas hubiera en caja más dinero del que habría conseguido de haber mantenido sus actividades habituales.

El Barça mantuvo actividad durante la Guerra Civil y el equipo viajó a América. El secretario general Rossend Calvet depositó los dineros del contrato de la gira en un banco francés y cuando hubo de nuevo competición el club tenía cuenta saneada.

Tras la Guerra le modificaron el escudo. Las cuatro barras se las dejaron en dos. Irónicamente, el capitán del equipo fue el medio centro apellidado Franco. En el club con presidentes nombrados desde Madrid tuvo la primera rebelión en 1943. En partido de Copa recibió al Madrid con una pitada extraordinaria. Ganó el Barça, entonces Barcelona Club de Fútbol, por 3-0. La Federación lo multó por este hecho con 25.000 pesetas, En la vuelta, en Chamartín se repartieron silbatos y el vestuario barcelonistas fue visitado un alto funcionario de la Dirección General de Seguridad que recordó que algunos de los futbolistas del club jugaban gracias a la generosidad del régimen. Algunos habían estado en el exilio y no habían regresado a la España de Franco. El Barça fue recibió por una pitada mayor que la de las Corts. Ganó el Madrid por 11-1. A Miró le chutaban desde la Castellana y todos entraban. El Madrid fue multado con 25.000 pesetas por la silbatina y al Barça con otras 25.000 sin motivo. Por ello, el presidente del club, don Enrique Piñeyro Marqués de la Mesa de Asta, y general, ante la afrenta dimitió. En Madrid repararon el hecho haciendo abandonar al presidente del Madrid lo que propició que el de la Federación, Rafael Barroso Sánchez-Guerra, hermano del ministro y general del Ejército, nombrara a Santiago Bernabéu.

En Las Corts se vivió la primera gran huelga ciudadana. El público barcelonista, en protesta por el aumento del precio de los tranvías, acudió a pie. La huelga duró dos semanas, pero el mensaje nació en Las Corts. Fue manifestación con innegables tintes políticos. Fue en partido con el Racing de Santander. A la salida diluviaba, pero el público siguió a pie. En todos estos acontecimientos el Español no participó y de ahí que el público lo considerara como el club de los funcionarios públicos lo que equivalía a ser adictos al régimen.

El Espanyol, forzado por las adversas circunstancias económicas, se desclasó como han hecho muchos clubes. El Atlético de Madrid, por ejemplo, ha cambiado dos veces de estadio y el Espanyol ha ido a parar a Cornellá- El Prat al abandonar Sarriá, que era Barcelona con todas las de la ley. El Barça, que también cambió de casa, lo hizo sin abandonar el barrio.

Hasta ahora hablar del estadio de Cornellá no había sido motivo de afrenta. Ha bastado que Piqué, con su proverbial afición a meterse en charcos haya dicho una verdad para que hasta haya habido denuncia ante el Comité de Competición. Por cierto, que en el Espanyol-Barça, de acuerdo con el catastro, hubo un gol en Cornellá y otro en El Prat.